Page 407 - Mahabharata
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5. El consejo                                                                            387


                   Duryodhana estaba escuchando y dijo:

                   —Lo que dice Vidura es verdad. Sin duda Krishna aprecia mucho a los pandavas.
               Los regalos hay que dárselos con discreción. Hay un momento para todo. Padre, esta
               idea tuya es estúpida. Krishna no es tonto y se reirá de ti. También pensará que estamos
               amedrentados, que tenemos miedo y que estamos tratando de ganar sus favores. No es
               digno por nuestra parte lisonjearle así. Además será un insulto para Krishna. Él es el
               más grande de los grandes. No debemos insultarle con estos mezquinos regalos, además
               tampoco él va a servir a nuestra causa. Honrémosle, pero, por favor, abandona este
               absurdo plan, el mundo se reirá de ti.
                   Bhishma dijo:
                   —Tanto si se le honra como si no, a Krishna no le importa. Incluso si alguien es
               lo suficientemente tonto como para insultarle, él no se lo tomará como un insulto. Es

               demasiado noble para quedarse en esas cosas. Es un hombre verdadero, nada puede
               ocultársele. El lucha por la verdad y quiere enmendar las equivocaciones que se han
               cometido con los pandavas. Quedará realmente complacido si escucha palabras que sean
               de su agrado. Eso es lo que debes hacer.
                   Duryodhana dijo:
                   —Mi abuelo no para de hablar de los pandavas. He ideado un plan para hacer que
               los pandavas sean mis esclavos: aprisionaré a este amigo de los pandavas. Si lo apreso,
               ya no podrán hacer nada, quedarán indefensos. Creo que este plan es excelente. ¡Ojalá
               pueda llevarlo a cabo!

                   Dhritarashtra estaba horrorizado por aquella sugerencia y dijo:
                   —No, no, por favor, no pienses en eso. Es algo terrible lo que estás planeando hacer.
               Krishna es un embajador, es un pariente y todos le queremos. Es un pecado tan sólo
               pensar en aprisionarle.
                   Bhishma estaba disgustado con Duryodhana y le dijo a Dhritarashtra:

                   —Este hijo tuyo está perdiendo la razón. Está ganándose la desgracia. Es un malvado
               al igual que sus amigos. Jamás hará caso de lo que se le diga por su bien. Ahora trata
               de aprisionar a Krishna. Este hombre no me agrada, no quiero oírle decir nada más.
               —Bhishma se levantó de su asiento y se fue sin decir más.
                   Krishna llegó por la mañana a Hastinapura. Dhritarashtra acompañado de Bhishma,
               Drona y Kripa, salió a recibirle, con ellos también fueron Duryodhana, sus hermanos
               y Radheya. Las calles estaban decoradas y todos los ciudadanos dieron la bienvenida
               a Krishna con ojos sonrientes y palabras amorosas. Krishna entró en el palacio del rey.
               Dhritarashtra había ordenado que se colocara para él un lujoso asiento con incrustaciones
               de joyas. Después de saludar a los ancianos y a los jóvenes, Krishna se sentó en el lujoso
               asiento, con una sonrisa que iluminaba su hermosa faz. Después de que acabara la
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