Page 410 - Mahabharata
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               No me gusta que vayas a la corte de Dhritarashtra. Te insultarán a ti, el más grande de
               los hombres. ¿Cómo podré soportar ver cómo te insultan?

                   Krishna le dijo:
                   —Tú me aprecias a mí y yo te aprecio a ti; para ti no tengo secretos. Por favor escucha
               atentamente mientras te digo el motivo de mi venida. Sé todo lo que va a pasar. He
               venido con pleno conocimiento de lo que muy probablemente ocurrirá cuando nos
               reunamos en la asamblea. He venido a tratar de rescatar a esa gente de una muerte
               inminente. Conseguiré gran fama si consigo hacerlo. Incluso si no puedo lograrlo, el
               hecho de que traté de salvar a un moribundo será suficiente para mí. Si un hombre tiene
               pensamientos pecaminosos pero no los pone en práctica, incluso habiendo concebidos
               esos malos pensamientos, el pecado no se le imputa por ello. Así que si esta guerra
               puede evitarse, creo que no se les puede imputar ningún pecado a Duryodhana ni a su
               padre. Pero este peligro está ahora muy cerca de la casa de los kurus. Si un hombre ve
               que alguien se acerca a su propia ruina y aun así no hace nada por evitarlo, no es un
               hombre. Incluso si tiene que ser arrastrado por el pelo, un hombre condenado debe ser
               salvado del peligro que amenaza tragárselo. Me siento muy orgulloso de hacerle este
               servicio a la humanidad. Espero convencer a Duryodhana. Yudhisthira me ha dicho que
               quiere la paz y me ha pedido que trate por todos los medios de evitar la guerra. Aprecio
               mucho a Yudhisthira. Es el hombre más grande que ha nacido en esta tierra, es un honor
               ser querido por él. Para agradarle he venido en esta misión de paz. Estoy seguro que
               no voy a tener éxito, pero al menos quiero tener el sentimiento de que hice todo lo que
               pude. Si los hijos de Dhritarashtra reflexionan desapasionadamente sobre las palabras de
               paz y justicia que les diré, entonces esa paz que es mi objetivo se obtendrá y los propios
               kauravas me alabarán por ello. Si, por otra parte, intentasen hacerme daño, de verdad
               te digo, Vidura, que ni aunque se uniesen todos los reyes de la Tierra podrían hacerme
               nada. Igual que los ciervos de toda una manada son incapaces de hacer frente a un león
               embravecido.

                   »Y hay algo más que quiero decirte, quiero hablar en la corte de tal forma que la
               gente vea a Yudhisthira tal y como es. Quiero que el mundo sepa a qué clase de persona
               ha maltratado Duryodhana. Quiero que los reyes que se han agrupado alrededor del
               emblema de la serpiente, vean qué clase de hombre es Duryodhana, el hombre por cuya
               causa están dispuestos a dar su vida. Quiero que Bhishma, Drona y todos los demás
               vean cuan perversa es la postura que han adoptado luchando contra los pandavas. La
               guerra no puede evitarse, pero el mundo sabrá cuál es la causa de ella. Ese es el motivo
               de mi venida, Vidura. »
                   Dando por terminada esta cuestión los dos amigos pasaron aquella noche, iluminada
               por brillantes estrellas, hablando de diversos temas. La aurora despuntó muy a pesar de
               los deseos del ilustre Vidura, que había estado escuchando la deliciosa conversación de
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