Page 408 - Mahabharata
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               recepción formal, Krishna dejó el palacio y se dirigió a la casa de Vidura. Vidura estaba
               inmensamente orgulloso del honor que se le había conferido. Recibió a Krishna con

               lágrimas de alegría y le preguntó por la suerte de los hijos de Kunti. Krishna le ofreció
               una narración vivida de los acontecimientos de los últimos días pasados, la cual escuchó
               con toda su atención.
                   Kunti estaba de pie junto a Vidura. Krishna entró a los aposentos de Kunti y se
               encontró con ella. Ella le saludó con la voz entrecortada por la emoción. Krishna se
               conmovió por sus lágrimas. Kunti le preguntó por sus hijos diciéndole:
                   —¿Cómo está mi hijo Yudhisthira? ¿Cómo está mi querido Bhima? Él es el favorito

               de Yudhisthira y está muy acostumbrado a las comodidades del palacio, ¿cómo pasó los
               últimos años en el bosque? ¿Cómo está Arjuna?, ¿cómo se las arregló para ocultar su
               bravura durante todos estos años? ¿Cómo está mi querido Shadeva?, él es tan delicado
               y sensible. Aunque ya es un hombre, todavía es un niño. ¿Cómo está mi hijo Nakula?
               ¿cómo está ese moreno y hermoso hijo mío, cuya habilidad en la lucha es aún más
               estilizada y grácil que la de Arjuna? ¿Cómo está Draupadi? ¿cómo ha soportado las
               dificultades a las que ha sido forzada esa hija del fuego?
                   Kunti no pudo decir más, su dolor se renovó viendo a Krishna. Él la calmó con dulces
               palabras. Le dijo:

                   —Tus hijos son grandes hombres, ya han salido del exilio. Han sufrido las durezas
               del exilio con gran fortaleza y ahora obtendrán los beneficios de sus largas austeridades.
               Por favor, sé feliz desde ahora.


                                                        Capítulo XII
                                                 KRISHNA Y VIDURA


                     RISHNA fue al palacio de Duryodhana. Era muy hermoso, era como el palacio de
               K Indra. Subió las escaleras y entró en el gran salón. Allí se encontró a Duryodhana
               sentado en el trono, Sakuni, Dussasana y Radheya estaban sentados a su lado. Cuando
               entró Krishna todos se pusieron en pie y le recibieron cordialmente. Habían preparado
               para él un asiento con incrustaciones de piedras preciosas y brazos de marfil y oro.
               Krishna se sentó en él con una sonrisa complaciente. Duryodhana estaba hablando con
               Radheya y luego, dirigiéndose a Krishna, le dijo:

                   —Krishna, me siento muy herido de que no hayas aceptado nuestra hospitalidad.
               Hemos hecho todos los preparativos para que en tu estancia tuvieras todo tipo de
               agradables entretenimientos y también hemos preparado para ti una comida excelente.
               ¿Por qué rehusas todo esto y vas a la casa de Vidura?
                   Krishna escuchó su queja y le dijo:
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