Page 409 - Mahabharata
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5. El consejo                                                                            389


                   —Duryodhana, me habéis tratado bien. No importa si no como en tu casa. Comeré
               contigo cuando acabe mi trabajo aquí.

                   Duryodhana le contestó:
                   —Eso es algo al margen. Que tu trabajo haya acabado o no, no tiene importancia. Tú
               eres un pariente nuestro y estábamos ansiosos de tenerte como nuestro huésped. Está
               mal por tu parte mostrarte indiferente a nuestra hospitalidad. No hay enemistad entre
               tú y yo, no debes hablarnos así a nosotros, te tenemos mucho aprecio.

                   Krishna sonrió dulcemente y dijo:
                   —Me temo que tendré que ser franco contigo. No me interesa tu gran fiesta. No
               puedo disfrutar de la comida en la casa de una persona que no es justa. Has estado
               odiando a los pandavas sin motivo durante los últimos años. Los pandavas me son
               queridos, yo soy el alma de los pandavas. Quien es un esclavo de la avaricia y les
               maltrata, es considerado por mi como el más bajo de los hombres. Tú les odias, así que
               la comida que me ofreces es la comida de un enemigo, no debo comerla. Los pandavas
               significan para mí mi propia vida. No puedo aceptar tu comida con agrado. Sólo comeré
               la comida que me dé Vidura, él me es querido y los pandavas le son queridos a él.

                   Krishna se levantó y salió de allí. Una vez en la calle echó a andar en dirección hacia
               la casa de Vidura.
                   Bhishma y Kripa le dieron alcance y le dijeron:

                   —Por favor, entra en la casa que hemos preparado para ti.
                   Krishna les dijo:

                   —Por favor, volved a vuestros palacios, me estáis entreteniendo con vuestras palabras,
               ahora me voy a la casa de Vidura.
                   Ellos tuvieron que volver y Krishna entró en la casa de Vidura, el cual le recibió con
               gran afecto, complaciendo a Krishna con su adoración. Krishna comió allí su comida y
               descansó durante un rato.

                   La noche había caído ya. Después de aquel descanso reparador, Krishna se levantó y
               se sentó junto a Vidura dialogando sobre el discutido tema del día. Vidura le dijo:
                   —Krishna, tu venida será infructuosa. El loco de Duryodhana se ha vuelto inmune
               a los buenos consejos, ya no hace caso a nadie. Aunque le hables no te escuchará. A
               pesar del consejo de todos nosotros, se ha decidido por la guerra. Cree que puede ganar
               la guerra con la ayuda de Bhishma, Drona, Kripa, Aswatthama, Radheya y Jayadratha.
               Viendo el enorme ejército que ha reunido, cree que la victoria es suya. Cree que con
               Radheya le es suficiente para destruir a sus enemigos. Tus palabras y las mías pasarán
               inadvertidas para sus oídos sordos; son todos unos pecadores. No me gusta la idea de
               que te sientes en medio de ellos. Por favor, no malgastes tu aliento hablándoles de la paz.
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