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—Les hablo a todos los ancianos de esta gran asamblea: habéis visto cuánto he tratado
de evitar esta guerra y lo que ha ocurrido hoy en la corte. Todos visteis cómo Duryodhana
se fue de la corte alardeando orgullosamente ante mi cara. Ahora Dhritarashtra también
declara que es impotente. Os dejo a todos, me voy a reunirme con Yudhisthira.
El carro de Krishna se fue rápidamente. Iba a toda velocidad hacia la casa de Vidura,
donde tenía que despedirse de su tía Kunti. Llegó pronto a la casa y después de saludarla
postrándose ante ella, Krishna le contó lo que había sucedido en la corte. Le dijo:
—Este bosque de reyes, será quemado rápidamente por el fuego llamado « los pan-
davas ». —Permaneció en silencio durante un momento y luego añadió—: Ahora tengo
que regresar; por favor, permíteme despedirme de ti y dame tu mensaje para los pan-
davas. Les diré cómo te encuentras y lo ansiosa que estás de verles.
Kunti le dijo:
—Diles a mis hijos que son kshatryas y que son los hijos de Kunti; que se oyeron
voces celestiales cuando nacieron y que espero que se comporten como kshatryas. Dile a
Draupadi que me siento orgullosa de tenerla como hija. Todos están protegidos por ti,
Krishna; nada me preocupa. Ve en paz, hijo mío.
Krishna la dejó y partió hacia Upaplavya.
Tan pronto como Krishna dejó la sala, Duryodhana increpó a todo el mundo dicién-
doles:
—Que comiencen los preparativos para la guerra, en este mismo instante. No podré
comer ni dormir hasta que comience esta guerra.
Se pidió a los once akshauhinis que se dirigieran hacia el campo llamado Kurukshetra
tan pronto como fuera posible. Dhritarashtra y Bhishma junto con Drona y Vidura,
trataron de hablar con él de nuevo, pero no pudieron convencerle. Había decidido ganar
o morir.
Capítulo XVI
“SURYA ES TU PADRE”
NTES de que Krishna se fuera a Upaplavya, llevó a Radheya a su carro junto con
A Satyaki y lo condujo a un lugar apartado del tránsito de los hombres. Dejó a Satyaki
en el carro y caminó cierta distancia tomando la mano de Radheya con la suya. De
repente, comenzó a hablar. Krishna le dijo:
—Radheya, eres un buen hombre y siempre has seguido el Dharma, ¿por qué apoyas
a ese pecador de Duryodhana? Eres buen conocedor de los Vedas y los Vedangas, has
aprendido todos los libros sagrados y conoces el mismísimo corazón de la rectitud.
Conoces el Dharma y sus sutiles aspectos que son muchos, ¿por qué cometes entonces
esta malvada acción?