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a verle en pie sobre su carro con su arco levantado disparando continuamente flechas.
Abhimanyu acometió con gran furia dirigiéndose contra el viejo guerrero y se enfrentó a
solas con él y con todos los que le apoyaban. Sus flechas eran muy afiladas. Hirió a Salya,
Kritavarma y Bhishma; su lucha era maravillosa. Los enemigos estaban sorprendidos del
valor de este joven muchacho. Con sus flechas cortó el estandarte de Bhishma. Era tan
terrible como un dios enfurecido. Varios héroes del ejército de los pandavas se acercaron
a él para prestarle apoyo. Virata con sus hijos, Dhrishtadyumna, Bhima, los bravos
hermanos Kekaya y Satyaki.
Uttarakumara, el joven hijo de Virata, estaba probando ser un gran luchador. El
joven muchacho que huyó corriendo de su carro al ver el ejército de los kurus, ya
había desaparecido. En su lugar había surgido un gran héroe que estaba dispuesto a
enfrentarse con Bhishma y Salya en combate singular. Estaba sentado sobre un enorme
elefante y acosaba a Salya. Se protegió de las flechas de Salya con las suyas y consiguió
matar a sus caballos. Salya, que se había enfurecido en gran manera, lanzó hacia el
corazón de Uttarakumara una mortal jabalina, que atravesó el corazón del joven príncipe
traspasando su armadura. Uttarakumara cayó sobre el cuello de su elefante con su pecho
abierto sangrándole a raudales.
Viendo a su hermano menor muerto, Sweta, otro hijo de Virata, corrió hacia Salya
con toda la intención de matarle, quería vengar la muerte de su hermano. Vio a Salya
rodeado de siete grandes guerreros, pero eso no le detuvo. Avanzó cubriendo al ejército
enemigo con un manto de flechas, parecía como si Salya hubiera sido atrapado en las
mandíbulas de la muerte. Bhishma vino en su ayuda. Al anciano le fue muy difícil
hacer frente al ataque de Sweta. El estandarte de Bhishma fue derribado, mataron a sus
caballos, y se quedó sin carro, así de terrible era luchando el joven Sweta. Finalmente
Bhishma le lanzó una afilada jabalina que atravesó la armadura traspasando el cuerpo
del joven príncipe Virata, el cual cayó fulminado en el primer día de la batalla.
Los guerreros estaban tan metidos en la lucha que no se daban cuenta de que se
había puesto el Sol, ya estaba tocando la cima de la colina oeste. En cuanto oscureció
ambos comandantes retiraron sus tropas. El primer día del encuentro había acabado.
Los pandavas habían sufrido cuantiosas bajas. Fue un gran día para los kurus. Las
principales pérdidas por el lado de los pandavas fueron Uttarakumara y Sweta, los hijos
de Virata. Una buena parte de una sección de su ejército había sido segada por su abuelo.
El rey Duryodhana estaba sumamente feliz. Sentía que al ritmo que su abuelo estaba
destruyendo el ejército de los pandavas, la guerra acabaría pronto; Duryodhana estaba
seguro de su victoria.
Yudhisthira, por otro lado, estaba extremadamente deprimido por el cariz que estaban
tomando las cosas. Viendo la masacre que su abuelo había causado en su ejército se
sentía abatido. Se acercó a Krishna y le dijo: