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Bhishma, el cual tuvo que hacerse cargo del carro y abandonar la lucha. Hubo un gran
gozo en los corazones de los tres por aquella retirada de Bhishma. El ejército de Kalinga
ya había sido derrotado y se abrazaron unos a otros llenos de júbilo. El rey de Kalinga
también había sido aniquilado. Satyaki saltó de su carro y fue hacia Bhima diciéndole:
—Hoy has matado a Kalinga, a su hijo Ketumán, a Satya, a Satyajit, a todas sus tropas
y también a Bhanumán, grande es tu hazaña. —Satyaki le abrazó calurosamente.
Ya era mediodía cuando Aswatthama acosaba a los hijos de Drupada. Abhimanyu
vino en su ayuda y Kripa y Drona vinieron en ayuda de Aswatthama. Abhimanyu fue
desafiado por Lakshmana, el hijo del rey. La lucha fue maravillosa, los dos jóvenes eran
tan poderosos como sus padres. Duryodhana vio a su hijo acosado por Abhimanyu y
corrió en su ayuda. Varios guerreros rodearon al hijo de Arjuna, pero él permanecía
impávido. Bhishma y Drona se dirigieron de nuevo contra Arjuna y hubo otro glorioso
combate, pero ninguno pudo resistirse al gran Arjuna, era maravilloso. Bhishma le dijo a
Drona:
—Mi querido acharya, Arjuna está hoy incontenible, no es posible luchar contra él.
Ya ha destruido una gran porción del ejército y parece el mismo Sankara con el tridente
en su mano, no puedo luchar con él. El gran ejército kuru está consumiéndose por
sus esfuerzos y el ejército está amedrentado. Es casi el momento de que se ponga el
Sol, hagamos que el ejército se retire ya; no es posible continuar luchando con nuestros
soldados tan nerviosos, mañana lucharán mejor, retirémonos.
El Sol se había puesto y todas las tropas regresaron a sus tiendas. Ese día hubo
un gran gozo en el campamento de los pandavas. Sakradeva, Bhanumán, Ketumán,
Satyadeva, Satya, el rey de los kalingas y casi todo el ejército de los kalingas había sido
destruido por Bhima. Bhima era el héroe del día. Dhrishtadyumna y Satyaki hacían
elogios de él una y otra vez. La conversación luego giró en torno a los grandes duelos
que sostuvo Arjuna. Yudhisthira estaba muy feliz y escuchaba a todos con una sonrisa
en sus labios.
Los kurus, por supuesto, estaban muy deprimidos. En contra de su certeza, Dury-
odhana se dio cuenta de que la guerra no iba a acabar en un día. Él había dado por
garantizado que los pandavas morirían durante el primer día de la guerra y si se las
arreglaban para salir de él con vida no verían ponerse el Sol el segundo día, pero sus
esperanzas eran sólo esperanzas. Estaba empezando a darse cuenta de que no era fá-
cil vencer a los pandavas. Él tenía once akshauhinis y los pandavas sólo tenían siete.
Él había pensado que su ejército era ilimitado y que el de ellos era limitado. Él tenía
a Bhishma, Drona y muchos otros héroes y aun así parecía como si los pandavas no
pudieran ser derrotados. Maldijo a Bhima y a su hermano Arjuna, parecía que había algo
de verdad en las palabras de su abuelo, de su guru y de su tío Vidura, cuando decían
que no era posible vencer a Arjuna.