Page 525 - Mahabharata
P. 525
7. Drona 505
armadura del elefante. Bhagadatta entonces le arrojó a Krishna un poderoso sakti.
Arjuna rompió aquel sakti y dos más que más tarde le lanzó. Bhagadatta le lanzó otro a
Arjuna, que fue a estrellarse contra su enjoyada corona. Arjuna, mientras se colocaba bien
la corona con una mano, seguía disparándole flechas con la otra rompiendo nuevamente
el arco de Bhagadatta, pero éste, tomando otro comenzó a acosar a Krishna. Parecía que
estaba más enfadado con Krishna que con Arjuna. Pero volvió a quedarse sin arco. El
anciano rey, que hasta entonces había sido invicto, se enfadó mucho con Arjuna, pues
aquel tenaz contraataque de un hombre más joven que él le irritaba. Loco de furia,
Bhagadatta le arrojó a Arjuna una garrocha, la garrocha que usaba para dirigir al elefante.
Aquel bastón no era ningún arma, pero Bhagadatta había invocado al gran Vishnu y se
convirtió en el más terrible de todos los astras. Salió disparado hacia Arjuna como un
halcón decidido a matar a una paloma. Todo el mundo lo observaba con la sangre helada
en sus venas, parecía que iba a ser el fin de Arjuna.
De repente, Krishna se puso en pie y recibió todo el impacto del astra sobre su
hermoso pecho, que estaba adornado con la joya llamada kaustubha. Bhima abrazó a
Yudhisthira cuando vio que Arjuna y Krishna habían salido sanos y salvos de aquel
trance. Y sucedió un milagro: cuando la garrocha, transformada en el gran Vaishnavastra
se estrelló contra el pecho de Krishna, la gente que estaba a su alrededor vio cómo se
transformaba en una guirnalda de flores, quedándose asombrados al ver aquello.
Arjuna estaba preocupado de que Krishna hubiera recibido sobre él aquella garrocha.
Le miró y le dijo:
—Krishna, ¿por qué lo has hecho? Yo estoy aquí, ¿por qué te pusiste entre mí y
la garrocha que me habían lanzado? No deberías haberlo hecho. Parece que estás
rompiendo tu promesa de no tomar parte activa en la guerra.
Krishna sonrió y dijo:
—Tienes razón, Arjuna. No debería haberlo hecho, pero mi querido amigo, me
pertenecía a mí y yo la recibí. Una vez, en mala hora, le di este vaishnavastra a Prithivi,
que fue la madre del gran Naraka. Ella quería que él fuese inmune a todas las armas
y se lo pasó a él, pero yo le maté más tarde. No obstante, Naraka le dio este astra a
Bhagadatta y si se le lanza a alguien, tiene que matar a la víctima y no me puedo permitir
el lujo de perderte, Arjuna. Es por eso por lo que tuve que ponerme entre tú y el astra,
lo siento. Pero ahora el vaishnavastra ha vuelto a mí. Bhagadatta era invencible hasta
ahora porque lo poseía, pero ya lo ha disparado y ha perdido su inmunidad y su elefante
es también ahora como cualquier otro elefante. Ya no será difícil matarle. Apresúrate,
Arjuna.
Arjuna disparó una afilada flecha hacia el elefante llamado Supritika. La flecha
penetró en la cabeza de la bestia y aquel magnífico animal se desplomó en medio del
campo. El elefante de Bhagadatta no hostigaría más al ejército; había muerto. Arjuna