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llegar hasta ti, protegido como estás por estos grandes guerreros. ¿Por qué preocuparse
entonces de Arjuna? Calma tu mente, mañana verás el Sol surgir de nuevo.
El pobre Jayadratha se sentía ligeramente aliviado, pero el terror aún no había dejado
sus ojos. Drona había dispuesto su ejército en la terrible formación triple. En verdad era
formidable, nadie había visto antes nada igual. Los kurus estaban seguros de que Arjuna
nunca podría romperlas e introducirse en ellas. Drona estaba montando guardia al frente
del padmavyuha. Al frente del sakatavyuha fue situado Durmarshana, el hermano de
Duryodhana; era un luchador bravo y poderoso y estaba seguro de derrotar a Arjuna.
Dijo:
—Hoy detendré el avance de Arjuna y socavaré su orgullo. Que hoy vea el valor de
Durmarshana.
Capítulo XIV
ARJUNA ABRE SURCOS A TRAVÉS DEL EJÉRCITO KURU
ESDE el campamento kuru podía verse el brillante carro de Arjuna. Aunque los
D kurus eran valientes, no pudieron dejar de temblar momentáneamente cuando
oyeron el sonido de su carro. Para Jayadratha, que estaba enterrado bajo el inmenso
ejército que iba a protegerle, ver a Arjuna era como ver a Yama, el dios de la muerte.
Todos sus miembros le temblaban. La armadura dorada de Arjuna era brillante y su cara
era tan terrible como la de la misma muerte. El gandiva resplandecía bajo la luz del Sol
de la mañana. El carro se detuvo en campo abierto. Arjuna cogió la devadatta e hizo salir
notas puras de ella, que fueron acompañadas por las notas de la panchajanya. Aquel
sonido, a pesar de que ya les resultaba familiar después de los últimos trece días, aún
seguía causando terror en los corazones de los enemigos. Cada día sonaba como si fuera
nuevo, igual que la puesta de Sol que es la misma y, sin embargo, distinta cada día. Con
un gran brillo de felicidad en su rostro, Arjuna dijo:
—Krishna, ve rápido hacia el lugar donde está situado Durmarshana. Romperé su
vyuha y entraré en él.
El carro de Arjuna se dirigió hacia Durmarshana y se produjo un gran encuentro
entre los dos guerreros. La lucha fue terrible. Arjuna estaba comenzando a destruir el
ejército. Las cabezas de los guerreros se desprendían de sus troncos en rápida sucesión.
Tan fácilmente lo estaba haciendo, que parecía como si Arjuna estuviera cortando flores
para adorar a Sankara a quien le encantaban las guirnaldas de calaveras; así de rápido
era Arjuna con su arco y flechas. Nadie sabía cuándo cogía una flecha en sus manos,
cuándo la colocaba en la cuerda del arco, cuándo tensaba la cuerda y cuando la disparaba.
No era posible observar todo el proceso. La vista no podía seguir el vuelo de la flecha. El