Page 559 - Mahabharata
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7. Drona                                                                                 539


               flecha le cortó la cabeza. Anuvinda trató de vengar la muerte de su hermano, pero él
               también murió víctima de las siguientes flechas. La enojada hueste de los kurus arremetió

               contra Arjuna, pero él permaneció inalterable.
                   En medio de la lucha, Arjuna le dijo a Krishna;
                   —Krishna, Jayadratha está aún muy lejos y mis caballos están fatigados. Están
               malheridos y no pueden ir rápidos; tienen que descansar. Tú has de decidir lo que ha de
               hacerse. Dime lo que debemos hacer ahora.
                   Krishna dijo:

                   —Yo también he estado sintiendo lo mismo. Debemos liberarles del carro durante un
               tiempo hasta que se refresquen, pero ¿cómo lo haremos? Arjuna dijo:
                   —Yo lucharé a pie y mientras tú haz lo que sea necesario. Krishna consintió en ello y
               Arjuna descendió del carro. No había nada de agitación ni prisa en sus movimientos. La
               sonrisa estaba en su cara como si todo fuera normal. Estaba de pie con el gandiva en su
               mano. Tenía un aspecto hermoso, allí de pie, como Kama, el dios del amor con su arco
               hecho de caña de azúcar.
                   Los kurus pensaron que aquel era el mejor momento para atacarle, ya que no tenía
               carro. Estaba de pie en tierra ofreciéndose como fácil blanco de todos ellos. Así pensaban
               los kurus. Todos le rodearon igual que hicieron con Abhimanyu el día anterior, pero les
               esperaba una sorpresa. Arjuna era más terrible luchando en tierra que en el carro. El
               ejército estaba absolutamente indefenso ante el valor de Arjuna.

                   En medio de todo esto Krishna fue hacia Arjuna y le dijo:
                   —Arjuna, no hay agua aquí. Sin satisfacer su sed, ¿cómo puedo enganchar los caballos
               al carro?
                   Las palabras de Krishna fueron oídas por todos allí. Arjuna con una sonrisa le dijo:
                   —¡Pero sí que hay agua! ¡mira! —Arjuna levantó su arco y su flecha, e invocando a
               Varuna, la disparó contra el suelo. Entonces apareció a la vista de todos un hermoso lago,
               lleno de agua dulce y clara. El lago fue rodeado por todos lados por las flechas de Arjuna.
               Había construido un pabellón con miríadas de flechas. El ejército quedó sorprendido por
               aquella proeza. Krishna estaba extremadamente complacido con aquella demostración

               de valor de Arjuna.
                   —¡Bien hecho! —dijo Krishna, y fue hacia los caballos para llevarlos al lago. Liberó a
               los agradecidos animales del carro, sus ojos estaban húmedos mientras miraba a aquellos
               queridos animales y con mucha suavidad les fue sacando las numerosas flechas que se
               habían alojado en sus cuerpos.
                   Todo el ejército estaba observando aquel acto maravillado y admirado. Arjuna estaba
               luchando a pie todo el tiempo mostrándose muy tranquilo. Los kurus estaban admirados
               de Krishna y Arjuna. Dijeron:
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