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« ¡Qué milagro!, en medio del campo se ha creado un lago. Arjuna ha sido capaz de
hacerlo con una sola flecha y los pájaros acuáticos se han comenzado a reunir en el cielo,
viendo el lago. » Nadie estaba interesado en luchar. Todos estaban observando a Krishna
mientras cuidaba los caballos. La sonrisa del rostro de Krishna era fascinante. Parecía
como si estuviera en medio de las gopis en Gokula y no en medio de guerreros que
estaban decididos a matar a Arjuna. Su tranquilidad trastornó la moral de los kurus. Sin
mostrar ninguna prisa, Krishna acarició y dio masajes a los caballos. Incluso mientras los
kurus le miraban hablaba dulcemente a los caballos y les hacía relajarse. Allí descansaron
durante un rato. Krishna era hábil en el arte de manejar los caballos y su toque amoroso
era suficiente para librarles de toda la fatiga. Los dejó beber toda el agua que quisieron y
una vez frescos les unció de nuevo al carro. Tenían un aspecto tan fresco como flores que
acabaran de abrirse rompiendo su capullo.
Krishna condujo el carro ante Arjuna deteniéndose ante él. Habían perdido algún
tiempo en aquel incidente, pero era esencial para los caballos. También ayudó a impre-
sionar a sus enemigos el hecho de que Krishna y Arjuna no estaban preocupados por el
decrecimiento de la luz del día. Parecía como si no les importara que pasara el tiempo de
tan seguros que estaban de su victoria. Esto produjo un gran efecto sobre el ejército.
Arjuna subió al carro y se apresuró a ir hacia el lugar donde estaba situado Jayadratha.
Su velocidad era mayor que la del viento, y matando al ejército a ambos lados avanzaron
como el incendio de un bosque que se esparce ayudado por un vendaval. Llegaron
al final de vyuha, el formidable padmavyuha de Drona. Ahora tenían que entrar en
el último vyuha. Los kurus pensaron que Arjuna no iba a poder cruzar los diversos
vyuhas, pero con estos dos se las había arreglado para hacer lo imposible. Los hijos de
Dhritarashtra estaban desesperados y todos rodearon a los dos impidiendo el avance del
carro. Arjuna le sonrió a Krishna y haciendo caso omiso de la obstrucción les rebasaron
a todos pasando por su lado. Arjuna había pasado a Durmarshana y al terrible Drona,
había rebasado a Kritavarma y había destruido a todos los reyes que se habían atrevido
a cruzarse con él. Ahora casi había llegado al final del camino. Parecía seguro que
Jayadratha moriría. Krishna y Arjuna ya podían verle. Él estaba tan aterrado, como ellos
llenos de júbilo.
Viéndoles avanzar a tanta velocidad, Duryodhana se puso frente a ellos con la inten-
ción de proteger a Jayadratha. Tenía la armadura de Drona para protegerse y se puso
frente al carro de Arjuna. Krishna dijo:
—Arjuna, el señor de los kurus, el mismo Duryodhana ha venido y quiere luchar
un duelo contigo. Debes tener cuidado. Él es un poderoso oponente. Sus flechas
pueden recorrer una larga distancia y es difícil luchar con él. Tratará de justificar su
nombre. Duryodhana es un gran luchador. Ha sido criado en el regazo del lujo, es
muy orgulloso y altamente sensible. Siente un gran odio por los cinco pandavas, pero