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Arjuna fijó una flecha a su arco e invocó el manavastra. La flecha iba a dejar el arco,
pero Aswatthama la rompió en dos desde lejos. Arjuna supo que el hijo de acharya
había adivinado sus intenciones y había frustrado su intento. El astra no podía usarse de
nuevo. Si lo hiciera, mataría al que lo invocara. Arjuna dijo:
—El hijo de mi guru ha frustrado mi intento, pero aun así obsérvame hostigar a
Duryodhana. No sabe nada de esa armadura. La lleva puesta igual que una mujer
llevaría la armadura de un hombre. No se encuentra cómodo en ella. Es como un buey
que lleva una preciosa carga sin conocer su valor.
Arjuna disparó flecha tras flecha atacando los puntos del cuerpo de Duryodhana
que no habían sido cubiertos por la armadura. Los dedos de Duryodhana no tenían
protectores, ya que es necesario dejar las yemas de los dedos desnudas para poder
disparar con precisión. Las palmas también estaban desnudas. Arjuna le disparó flechas
que penetraron en sus manos a través de las yemas de los dedos, a través de las uñas y a
través de las palmas de las manos. Atormentado por aquella tortura, Duryodhana huyó
corriendo del campo. Riéndose al verle huir, Krishna y Arjuna avanzaron rápidamente
hacia Jayadratha. El Sol se estaba acercando al oeste a una velocidad peligrosa. El
tiempo era muy precioso, tenían que contar los momentos. El carro iba volando hacia el
suchimukhavyuha. Querían llegar a donde estaba Jayadratha en pocos momentos.
Krishna estaba en un apuro. Toda una multitud de carros y guerreros rodearon su
carro por todos lados. Todavía quedaba una larga distancia hasta el lugar donde estaba
situado Jayadratha. Krishna dijo:
—Arjuna, quiero animarme un poco. Estira la cuerda del gandiva y hazla sonar tan
fuerte como puedas. Yo también haré sonar mi panchajanya. Eso amedrentará a estos
hombres y me enardecerá a mí.
Surgió el sonido del arco llamado gandiva, pero apagando aquel sonido surgió la nota
de la gran panchajanya. La cara de Krishna estaba cubierta de polvo y tenía un aspecto
muy fatigado. El sonido de la panchajanya parecía partir el cielo con sus bramidos. Los
protectores de Jayadratha vieron que Arjuna se había acercado demasiado al lugar que
deseaba. Y se produjo un terrible asalto por parte de los héroes kurus. Bhurisravas,
Sala, Radheya, Vrishasena, Kripa, Salya y Aswatthama, todos juntos atacaron a Arjuna.
Ocho lucharon contra uno. También tenían a sus ejércitos con ellos. La lucha fue terrible.
Todos soplaron sus caracolas y atacaron a Arjuna. Las flechas de Aswatthama le fueron
devueltas hechas pedazos. Arjuna acosaba a Radheya al tiempo que a Vrishasena y
a Salya. Nunca había luchado Arjuna tan bien como lo hizo entonces. Todos fueron
heridos por las flechas de Arjuna. La lucha prosiguió durante largo tiempo. El Sol estaba
deslizándose imperceptiblemente hacia la colina del oeste. Krishna y Arjuna estaban
muy preocupados, pero no lo mostraban. Arjuna luchó desesperadamente e igualmente
desesperados estaban sus oponentes.