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—Mi señor, odio dejarte e irme, pero iré. Que el Señor te proteja. Ahora que me
he decidido a unirme a Arjuna, mi corazón está cantando. Seré muy feliz ayudando
al hombre más grande que ha nacido jamás sobre esta tierra. Amo a Arjuna como no
he amado ni siquiera a mi padre. Él significa demasiado para mí. Me siento feliz de
ir a reunirme con él. Me quedé aquí porque él me lo pidió, pero ahora tú, mi querido
hermano mayor, me has ordenado que vaya y te obedeceré. Krishna está listo a dar
su vida por los pandavas y Satyaki está igualmente ansioso de hacer lo mismo. Ahora
mismo iré hacia el suchimukhavyuha de Drona y mataré a todos los que estén en el
camino de Arjuna. Sé que Jayadratha está enterrado en el corazón de ese inmenso
ejército, que ruge como el océano al ver la Luna llena. Esperaré hasta que mis caballos se
refresquen y sean enganchados a mi carro. Tengo un largo camino que recorrer y no me
puedo permitir que los caballos se cansen.
Satyaki equipó su carro para la lucha que le esperaba igual que Arjuna lo hiciera
aquella mañana. Satyaki había tenido un día duro hasta entonces, luchando más de
un duelo con Drona. En una ocasión tuvo que rescatar a Dhrishtadyumna y en otra
llegó justo a tiempo de evitar la captura de Yudhisthira. Ambas veces Drona luchó
furiosamente con Satyaki. También habían luchado después de eso, pero a Satyaki no
le importaba la fatiga del cuerpo. Su mente se sentía enardecida por la idea de la gran
hazaña que tendría que realizar aquel día para llegar a donde Arjuna estaba pasando
apuros. Arjuna se había alejado mucho de él. Tenía que cruzar dos vyuhas antes de
que pudiera alcanzar a Arjuna. El primero era comparativamente fácil, Arjuna casi lo
había destruido, pero el segundo estaba protegido por Drona. No obstante, Satyaki
estaba seguro de su propio valor y de que sería capaz de hacerlo. Sus caballos se habían
refrescado y habían descansado y fueron enganchados al carro. Su conductor era el
hermano de Daruka y la insignia de Satyaki era el león. Tenía un aspecto hermoso,
se había refrescado con un baño y llevaba puesta una guirnalda de hermosas flores.
También había bebido miel silvestre para darse nuevas energías. Subió al carro después
de hacer una salutación a Yudhisthira y tocar el polvo de sus pies. Se parecía a Krishna
con su hermosa sonrisa y con su bien formada figura. Yudhisthira mandó a Bhima con él
para que le acompañara hasta cierta distancia y el carro de Satyaki comenzó su recorrido.
Después de recorrer cierta distancia, Satyaki detuvo su carro y le dijo a Bhima:
—Voy en ayuda de Arjuna, porque Yudhisthira está preocupado por él. Arjuna
ha depositado la carga de la seguridad de Yudhisthira sobre mis hombros y ahora la
pongo sobre los tuyos. Yo sé que tú eres capaz de proteger a Yudhisthira, por eso no
me preocupo. Bhima, ten mucho cuidado con los ataques de Drona. Ahora que me voy,
acudirá a tu presencia y tratará de arrebatarte a Yudhisthira bajo tus propios ojos.
Bhima dijo: