Page 569 - Mahabharata
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y luchó con una mano, hiriendo a los caballos y al conductor de Kritavarma. Le arrojó
a Kritavarma unas flechas terribles que destrozaron su armadura y le hicieron que se
desmayara en su carro, herido por las flechas de Satyaki. Drona vino a retar a Satyaki.
Lucharon por algún tiempo y Satyaki hirió también al conductor de Drona, tras lo cual el
acharya cogía las riendas en sus manos. Satyaki hirió luego a sus caballos, que, incapaces
de soportar el dolor, se empinaron llevándose a Drona en el carro corriendo por todo el
campo. Drona dejó su lucha con Satyaki y volvió a guardar el vyuha de futuros ataques
de los pandavas.
Satyaki se había adentrado más en el ejército de los kurus. Nadie podía enfrentarse a
este hombre terrible que estaba cruzando a través de sus filas como un río con todo su
caudal. No era posible mirar su resplandeciente forma. Era como el Sol del mediodía,
hiriendo los ojos de los que se atrevían a mirarle. No era inferior a Arjuna en nada, así
pensaban los guerreros de ambos lados. Entonces fue hacia él Sudarsana, un arquero y
luchador muy bueno. Era muy conocido por su habilidad utilizando todas las armas.
Luchó un duelo con Satyaki, pero Satyaki era un luchador demasiado bueno y mató a
Sudarsana. Esta hazaña imposible hizo que la hueste de los enemigos le temiera más que
a Bhima o a su hijo.
En corto tiempo, Satyaki había vencido a Drona, Kritavarma y Duryodhana, había
matado a Jarasandha y a Sudarsana y había hecho que Drona saliera corriendo del campo
de batalla. En cuanto al ejército que había destruido, no se podían contar las muchas
muertes. Satyaki había destruido los ejércitos de los mlecchas, el de los kasis, a los
nishadas, tantakas, kalingas, magadhas, kekayas, kambhojas y vasatis y ahora se dirigía
rápido hacia el lugar donde Arjuna estaba luchando contra los guardianes de Jayadratha.
Con sus caballos blancos como la nieve, galopando a través de las filas, parecía Arjuna.
Los yavanas trataron de detener su avance, pero pronto les rebasó.
De nuevo se encontró con Duryodhana y sus hermanos que traían con ellos un gran
ejército. Satyaki estaba probando ser un terror sagrado. Tenía que ser detenido. Satyaki
le gritó a su conductor:
—Fíjate en el inmenso ejército de estos hombres, vienen con la intención de vencernos.
Lucharé tan maravillosamente que mi guru estará orgulloso de mí. Hoy les pagaré la
deuda de amor que les debo a los pandavas. Le enseñaré a Duryodhana que no hay nada
como la victoria en lo que a él se refiere. Haré que la tierra se beba la sangre de estos
hombres que se han vuelto demasiado ambiciosos debido a su injusticia. Les probaré
que soy el primo de Krishna y el discípulo de Arjuna. Espera y verás cómo va a sufrir
este ejército.
La lucha tuvo el desenlace que había predicho; todo el ejército fue derrotado. El
conductor del rey murió y los caballos aterrados le llevaron fuera del campo como en