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de sus asirás. La lucha era general. Bhima junto con Satyaki estaban ayudando a Arjuna
y los tres estaban luchando con el inmenso ejército y con los héroes del otro bando.
Con la ayuda de sus asirás, Arjuna pudo llegar muy cerca de Jayadratha después de
destruir el ejército que le rodeaba y comenzó a acosar a Jayadratha. Ahora que su muerte
estaba tan cercana, Jayadratha luchó con mucho valor. No fue fácil para Arjuna vencerle.
Era un gran guerrero y estaba luchando para ganar tiempo. Si lograban impedir por
unos momentos que Arjuna se acercara lo suficiente a Jayadratha como para matarle,
ya no habría más necesidad de luchar. El Sol se pondría y Arjuna se arrojaría al fuego
y se mataría como juró que lo haría. Con la muerte de Arjuna, el fin de los pandavas
sería inminente. Este era el pensamiento que estaba presente en las mentes de todos ellos
mientras luchaban con Arjuna.
Krishna se dio cuenta de que no le sería posible a Arjuna matar a Jayadratha antes de
la puesta del Sol. Le dijo a Arjuna:
—Arjuna, me temo que no te será posible matar a Jayadratha antes de que el Sol
se ponga. Es terrible, pero el hecho es que el Sol se pondrá dentro de unos momentos.
Tendré que usar mi poder y hacer algo. No te preocupes, Arjuna, escúchame y obedéceme
implícitamente. Cuando te diga « dispara », debes dispararle tu gran astra a Jayadratha.
Krishna pensó en su chakra e hizo que cubriera el disco del Sol. La oscuridad
descendió de repente sobre ellos como una cortina. Arjuna estaba triste, pero el ejército
kuru recibió aquello con gran alegría. Todos ellos levantaron sus ojos para mirar al Sol
que se había puesto tan de repente salvando así la vida de Jayadratha. Con una sonrisa
de triunfo que mostraba felicidad y alivio, Jayadratha levantó su cabeza para mirar al
Sol, que ya no se veía. Krishna dijo:
—¡Mira, Arjuna! Jayadratha ha levantado la cabeza para mirar al cielo. No está en
guardia, ¡dispara!
Arjuna cogió su precioso astra, el pasupata, que había estado adorando todos estos
años, y se lo disparó a Jayadratha. El astra le cortó el cuello separando la cabeza del
cuerpo y antes de que pudiera caer al suelo, Krishna dijo:
—Arjuna, haz que tu astra lleve la cabeza de Jayadratha al regazo de su padre, más
tarde te diré el motivo.
Arjuna hizo lo que se le dijo. El ejército kuru vio la cabeza de Jayadratha siendo trans-
portada a través del cielo por la flecha. La cabeza fue depositada en el regazo del padre
del muerto, que estaba realizando sus oraciones vespertinas cerca de Samantapanchaka.
Cuando acabó sus oraciones, se levantó y la cabeza de Jayadratha cayó rodando por
tierra; en ese momento la cabeza del padre de Jayadratha estalló en mil pedazos.
En cuanto Jayadratha murió, la oscuridad desapareció y el Sol brilló en toda su gloria
durante unos momentos más como si quisiera probarles a todos que no se había puesto