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Por fin llegaron a la presencia de Yudhisthira. Yudhisthira saltó de su carro y se
apresuró a abrazar a Arjuna. Sus ojos estaban inundados de lágrimas.
—Gracias, Dios, por esto —dijo Yudhisthira—. Arjuna, estás vivo. Krishna, me siento
feliz de verte vivo. —Abrazó a Satyaki y a Bhima, estaba delirante de gozo. Dijo:—
Krishna, tú eres la persona que lo ha hecho posible. Estoy seguro de que tu gracia es la
única responsable del éxito de Arjuna. Arjuna pudo mantener su juramento porque tú
habías decidido que no debía fallar. —Su voz salía entrecortada por las lágrimas.
Krishna dijo:
—No, Yudhisthira, estás equivocado. Jayadratha murió por el fuego de la ira que
llameaba ayer en tus ojos. La ira de un buen hombre es más poderosa que nada en esta
tierra. Tu ira fue la causa del éxito de Arjuna en esta empresa sobrehumana que se había
impuesto.
Por primera vez en su vida Duryodhana comprendió que las palabras de Bhishma
eran ciertas, y que no era posible vencer a Arjuna. Duryodhana estaba solo en su tienda,
recapacitando sobre los acontecimientos del día y de los demás días que habían pasado.
Comprendió que nadie podía igualar a Arjuna; ni Drona, ni Kripa, ni Aswatthama, ni
siquiera Radheya. Nadie podía ser considerado como el igual de Arjuna. Había cruzado
el ejército sin que nadie le ayudara y lo había destruido. Había matado a Jayadratha
mientras todos estaban observando y nadie pudo detenerle. Confiando en toda esta
gente, Duryodhana había despreciado las palabras de Krishna como si fueran absurdas.
Él le había advertido de todo esto cuando estuvo en Hastinapura. Su tío Vidura le
había estado previniendo una y otra vez del poder de Arjuna, pero él no le había hecho
caso. Duryodhana estaba mudo de dolor. Fue hacia donde estaba Drona y le contó sus
sentimientos. Quería que alguien le confortara. Radheya se sentía tan infeliz como él.
Duryodhana estaba llorando en la tienda del acharya. Le dijo:
—Fíjate, mi señor, en la ruina en que se encuentra nuestro ejército debido a Arjuna.
Fíjate en el número de reyes que han perdido su vida por mi causa. Designé a nuestro
abuelo Bhishma como nuestro primer comandante porque él no podía morir, pero incluso
un hombre como él ha caído a manos de Arjuna. Hoy Arjuna y Satyaki han destruido
siete akshauhinis. Muchos reyes vinieron a ayudarme y lucharon para que me convirtiese
en el señor del mundo y ahora han sido enviados todos a la morada de la muerte, han
perdido su vida por mí y yo aún sigo vivo. Soy como un cobarde que no puede luchar.
He sobrevivido sólo para ver la muerte de mis queridos amigos que han sufrido por mis
pecados. Ni cien aswamedhas lavarían la mancha de este pecado que he cometido. Le he
fallado a mi amigo. Le había prometido a Jayadratha que no le tocarían ni un solo pelo
de su cabeza. Cuando pienso en ese gran héroe llamado Jarasandha, mi corazón parece
que va a romperse. Sudakshina ha muerto, igual que Srutayus, Achutayus y también
Srutayudha, que era invencible, están todos muertos. Hemos perdido a los valientes