Page 601 - Mahabharata
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7. Drona                                                                                 581


               kurus estaban mudos de horror. No podían ni siquiera estar allí. Todos gritaban por
               todas partes: « Radheya, ten misericordia de nosotros, mata a este terrible rakshasa. No

               podemos seguir en el campo mientras esté aquí. Estamos sufriendo como nunca antes
               habíamos sufrido. Tú eres el único que puede protegernos. Arjuna y Bhima nos están
               matando por cientos, pero Ghatotkacha ha destruido a la mayoría del ejército. Debes
               matar a Ghatotkacha con el sakti que posees. Esa es la única arma que puede matar a
               este rakshasa asesino. » Radheya les oyó a todos y se dio cuenta de que esa era la única
               forma de hacerlo. Ghatotkacha había causado demasiados estragos en el ejército kuru.
               Aunque hacía todo lo que podía, no podía herirle. Ninguno de los astras pudo matarle y
               era perentorio que muriera inmediatamente, tenía que hacerlo.

                                                      Capítulo XXVIII
                                          LA MUERTE DE GHATOTKACHA


                    ADHEYA supo que el destino estaba en contra de él. Tenía esperanzas de matar a
               R Arjuna, mientras tenía el sakti con él, pero ahora, tenía que renunciar al sakti para
               que se salvara el ejército. Con un gran suspiro, como el último aliento de un hombre
               moribundo, Radheya cogió el sakti en su mano y recordó cómo lo consiguió de Indra.
               Indra le había dicho: « Te daré mi sakti, pero sólo puedes usarlo contra un enemigo,
               sólo lo puedes usar una vez. Con toda certeza matará a la persona contra la que lo
               lances, pero no podrás volver a lanzarlo pues volverá a mí de inmediato. » Radheya
               había dicho: « Sólo lo necesito contra una persona, sólo una vez, luego puede volver
               a ti. ¡Sólo tengo un enemigo! » Indra había dicho: « Sé que te refieres a Arjuna, pero
               mientras Arjuna esté protegido por Krishna, nadie puede dañarle, ni siquiera mi sakti.
               Krishna, la encarnación del Señor, ha asumido la tarea de proteger a los pandavas. Tu
               poder decaerá ante el suyo. » Radheya no había prestado ninguna atención a las palabras
               de Indra, pero ahora se acordó de todo cuando cogió el sakti en su mano derecha para
               usarlo contra Ghatotkacha. Sí, el destino era demasiado poderoso, no tenía ninguna
               opción contra él, absolutamente ninguna. Iba a perder todas las esperanzas de matar a
               Arjuna. El sakti era la única cosa que le podía haber ayudado, pero tenía que usarlo con
               el rakshasa Ghatotkacha, para salvar al ejército de su amigo. Encogiéndose de hombros
               con resignación, apartó de su cabeza los pensamientos sobre el mañana. Moriría en el
               campo de batalla, sería aniquilado por su hermano Arjuna. Los deseos de su madre
               se volverían realidad. Dado que ella quería que Arjuna viviera, ¡que así fuera! Arjuna
               viviría y Radheya moriría. Krishna le había enviado a Ghatotkacha para hacerle perder
               el sakti, podía suponérselo; pero a Radheya no le importaba nada, tenía que cumplir
               con su deber, tenía que matar a aquel rakshasa. Él sabía que los pandavas no podrían
               ser derrotados. Se dijo para sí mismo: « Mi querido amigo, mi amado Duryodhana,
               ahora estás perdido. En cuanto mate a Ghatotkacha con el sakti, todos tus sueños de
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