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gobernar el mundo se quedarán sólo en sueños, pero yo seré feliz cuando muera, me
sentiré verdaderamente feliz de ser liberado de esta atadura humana. Estoy harto de esta
vida. »
Radheya cogió el sakti en la mano derecha y lo miró durante un momento; las
lágrimas inundaron sus ojos pues odiaba desprenderse de él, pero tenía que hacerlo.
Después de secar sus lágrimas, Radheya se lo arrojó a Ghatotkacha. Se produjo una
gran conmoción en el cielo y en la tierra cuando el sakti partió como el fogonazo de un
relámpago atravesando la nube de maya que estaba cubriendo a Ghatotkacha. El hijo de
Bhima supo que iba a morir; el sakti entró en el poderoso pecho de Ghatotkacha, el cual
en cuanto se dio cuenta de que iba a morir, decidió prestar su último servicio en ayuda
de los pandavas. Y usando su maya por última vez, hizo que su cuerpo creciera hasta
alcanzar inmensas proporciones y al desplomarse, cayó sobre el ejército kuru aplastando
todo un akshauhini. El gran Ghatotkacha había muerto. Ya no hostigaría más al ejército
de los kurus.
El rey estaba orgulloso del logro de Radheya y le subió a su propio carro como
una muestra de honor especial. Los corazones de todos los kurus estaban llenos de
gozo cuando vieron cómo Ghatotkacha cayó muerto por el sakti de Radheya. Bhima
estaba conmocionado por la muerte de su hijo. Fue hacia su hermano Yudhisthira y
lloró lágrimas de angustia. Nunca pensó que su Ghatotkacha moriría. Hacía justo unos
momentos había venido a ayudarle a luchar con el poderoso Alayudha y era mucho más
poderoso que el mismo Bhima. ¿Cómo pudo morir? Bhima no era capaz de tenerse en
pie. Se sentó en el suelo con la cabeza entre sus manos y lloró lágrimas amargas. Su
dolor era inconsolable. Yudhisthira también estaba muy afligido, Ghatotkacha era su
amigo favorito y tuvo que morir por esta guerra. Yudhisthira no sabía cómo consolar
a Bhima, cogió sus manos con las suyas y se secó sus propias lágrimas, que resbalaban
incesantemente por su rostro formando pequeños riachuelos. Ambos sentados trataban
de consolarse el uno al otro. Krishna, sin embargo, estaba loco de alegría cuando vio
morir a Ghatotkacha. Saltó de su carro y abrazó a Arjuna una y otra vez. Era una conducta
inusual por su parte y a Arjuna no le gustaba en absoluto. Él estaba conmocionado por
el dolor que le causó la muerte de Ghatotkacha y este gozo de Krishna estaba fuera de
lugar, era indecente. Arjuna le dijo:
—Krishna, hace sólo un momento que hemos visto cómo aniquilaban a Ghatotkacha
y todos nos sentimos muy infelices por ello, pero tú pareces estar feliz. Tu conducta no es
propia. No puedo comprender por tu parte el por qué de esta alegría tan fuera de lugar.
Debes decirme qué te hace tan feliz.
Krishna dijo:
—Arjuna, hoy es el día más feliz de mi vida. El gran sakti que tenía Radheya ha
regresado ahora a Indra. Ya no hay por qué temer a Radheya, ya se le puede dar