Page 602 - Mahabharata
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               gobernar el mundo se quedarán sólo en sueños, pero yo seré feliz cuando muera, me
               sentiré verdaderamente feliz de ser liberado de esta atadura humana. Estoy harto de esta

               vida. »
                   Radheya cogió el sakti en la mano derecha y lo miró durante un momento; las
               lágrimas inundaron sus ojos pues odiaba desprenderse de él, pero tenía que hacerlo.
               Después de secar sus lágrimas, Radheya se lo arrojó a Ghatotkacha. Se produjo una
               gran conmoción en el cielo y en la tierra cuando el sakti partió como el fogonazo de un
               relámpago atravesando la nube de maya que estaba cubriendo a Ghatotkacha. El hijo de
               Bhima supo que iba a morir; el sakti entró en el poderoso pecho de Ghatotkacha, el cual
               en cuanto se dio cuenta de que iba a morir, decidió prestar su último servicio en ayuda
               de los pandavas. Y usando su maya por última vez, hizo que su cuerpo creciera hasta
               alcanzar inmensas proporciones y al desplomarse, cayó sobre el ejército kuru aplastando
               todo un akshauhini. El gran Ghatotkacha había muerto. Ya no hostigaría más al ejército
               de los kurus.
                   El rey estaba orgulloso del logro de Radheya y le subió a su propio carro como
               una muestra de honor especial. Los corazones de todos los kurus estaban llenos de
               gozo cuando vieron cómo Ghatotkacha cayó muerto por el sakti de Radheya. Bhima
               estaba conmocionado por la muerte de su hijo. Fue hacia su hermano Yudhisthira y
               lloró lágrimas de angustia. Nunca pensó que su Ghatotkacha moriría. Hacía justo unos
               momentos había venido a ayudarle a luchar con el poderoso Alayudha y era mucho más
               poderoso que el mismo Bhima. ¿Cómo pudo morir? Bhima no era capaz de tenerse en
               pie. Se sentó en el suelo con la cabeza entre sus manos y lloró lágrimas amargas. Su
               dolor era inconsolable. Yudhisthira también estaba muy afligido, Ghatotkacha era su
               amigo favorito y tuvo que morir por esta guerra. Yudhisthira no sabía cómo consolar
               a Bhima, cogió sus manos con las suyas y se secó sus propias lágrimas, que resbalaban
               incesantemente por su rostro formando pequeños riachuelos. Ambos sentados trataban
               de consolarse el uno al otro. Krishna, sin embargo, estaba loco de alegría cuando vio
               morir a Ghatotkacha. Saltó de su carro y abrazó a Arjuna una y otra vez. Era una conducta
               inusual por su parte y a Arjuna no le gustaba en absoluto. Él estaba conmocionado por
               el dolor que le causó la muerte de Ghatotkacha y este gozo de Krishna estaba fuera de
               lugar, era indecente. Arjuna le dijo:

                   —Krishna, hace sólo un momento que hemos visto cómo aniquilaban a Ghatotkacha
               y todos nos sentimos muy infelices por ello, pero tú pareces estar feliz. Tu conducta no es
               propia. No puedo comprender por tu parte el por qué de esta alegría tan fuera de lugar.
               Debes decirme qué te hace tan feliz.
                   Krishna dijo:
                   —Arjuna, hoy es el día más feliz de mi vida. El gran sakti que tenía Radheya ha
               regresado ahora a Indra. Ya no hay por qué temer a Radheya, ya se le puede dar
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