Page 606 - Mahabharata
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               iluminado como si hubiera salido el Sol, así de brillante era la luz de la hermosa Luna.
               Uno a uno todos fueron despertando de su sueño y pronto comenzó a oírse el ruido de

               todos ellos, preparándose para luchar de nuevo. En verdad fue algo inhumano hacer
               luchar a los soldados durante la noche. Aún no estaban muy despiertos, pero ya tenían
               que volver a luchar de nuevo. Drona había perdido la compasión por todos los seres
               humanos cuando se convirtió en el comandante del ejército kuru. Esta lucha inhumana
               no se hizo menester mientras Bhishma estaba vivo, pero nadie podía quejarse, todo era
               parte del trabajo del día.
                   Sólo quedaba una cuarta parte de la noche y la batalla comenzó de nuevo bajo la
               blanca luz de la Luna, pero pronto aquella luz se desvaneció, porque el cielo de oriente
               se convirtió en un horno brillante con el tono del cobre rojo y el Sol salió con toda su
               gloria. Una gran alegría inundó el corazón de todos cuando vieron salir el Sol. Todos
               entonces descendieron de sus carros para saludar al Sol. El decimoquinto día de la gran
               guerra había amanecido. Era el quinto día del mandato de Drona. A la luz del Sol, los
               kurus y los pandavas vieron los estragos que habían sido causados en sus ejércitos, pero
               ya no había tiempo para pensar en todo aquello. Tenían que continuar luchando.
                   Justo cuando salió la Luna, hubo una discusión entre Duryodhana y Drona. Como de
               costumbre, Duryodhana comenzó a acusar a Drona de ser parcial con Arjuna. Le dijo:
                   —Eres nuestro comandante y tienes muchos asirás que te pueden ayudar a ganar

               fácilmente, y aun así, los pandavas han causado una terrible ruina en nuestras filas,
               especialmente Arjuna. No hay quien te iguale con el arco, ni los pandavas ni nadie
               en los cielos, pero no obstante tenemos la especial desgracia de que tu honorable per-
               sona aprecia más a los pandavas. Estás luchando suavemente con tu querido Arjuna,
               favoreciéndole todo el tiempo.
                   Mientras estaba allí sentado escuchando las duras palabras de Duryodhana, Drona
               pensó en su posición. Todas las escenas de su vida pasaron por su mente. Pensó en su
               niñez y en su amistad con Drupada. Pensó en su Aswatthama y su deseo de probar
               la leche. Drona fue a Panchala con la esperanza de vivir felizmente en la corte de
               Drupada, pero aquel deseo fue absurdo. Fue entonces cuando por primera vez conoció
               la arrogancia y el egoísmo de los reyes. Entonces debía haber sido sensato, debía haber
               vuelto al bosque, a aquella atmósfera buena y apacible donde la bondad es contagiosa,
               pero tomó el camino equivocado cuando estaba en el cruce de caminos. Permitió que
               la ira entrara en su corazón, la ira contra Drupada y el deseo de darle una lección
               humillando su arrogancia. Eso le hizo ir a Hastinapura. Bhishma le había dado un
               indicio de cuál era el futuro que les esperaba a los kurus. Cuando Drona le habló de la
               humillación de que había sido víctima en la corte de Drupada y su intención de venir a
               Hastinapura para buscar un modo de vengarse del altivo rey, Bhishma, el sabio anciano,
               le había sonreído y le había dicho:
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