Page 633 - Mahabharata
P. 633
8. Karna 613
especialmente para Indra. Indra se lo dio a mi guru y él me lo dio a mí. Mañana mataré
a Arjuna y pondré el mundo a tus queridos pies y así pagaré mi deuda de amor al rey
más maravilloso.
»Pero ahora te diré en qué es Arjuna superior a mí. Su arco es divino y sus aljabas
son inagotables; su carro es también divino, sus caballos son divinos y su insignia está
presidida por el gran Hanumán. Krishna, el protector del universo, está sosteniendo las
riendas de sus caballos. Su carro, su insignia y su conductor le hacen ser un luchador
superior a mí. Yo soy superior a Arjuna, pero no tengo un buen conductor. Si tuviera
a Salya como mi conductor, estaría seguro de ganar la guerra. Salya es como el gran
Krishna, de hecho Salya es superior a Krishna. Igual que yo soy inigualable en la lucha,
Salya es inigualable en el arte de conducir un carro. Krishna conoce el Aswahridaya,
pero Salya es un maestro consumado en este arte.
»Si Salya accede a ser mi conductor, puedes estar seguro de que Arjuna morirá en la
batalla de mañana, estoy seguro de ello, pero depende de ti el convencer a Salya. No va
a ser fácil; pero, Duryodhana, dependo de tus gentiles poderes de persuasión. Puedes
hacer que cualquiera haga lo que sea por ti. ¡Tú tienes ese don, mi señor! »
Radheya esbozó una dulce sonrisa y Duryodhana le abrazó con afecto. Era la última
noche que iban a pasar juntos. Duryodhana no lo sabía pero Radheya sabía que moriría
al día siguiente y estaba listo para ello. Duryodhana dijo:
—Lo haré, Radheya. Presionaré a Salya a que haga esto por mí. No se negará. Ahora
ve y descansa en paz, te espera un día difícil.
Radheya salió de la tienda, pero su corazón se quedaba allí. Se detuvo en la entrada
y miró de nuevo a Duryodhana, que también estaba mirando cómo se retiraba su
amado Radheya. Radheya retrocedió sobre sus pasos y ambos se abrazaron de nuevo.
Duryodhana se sintió tocado por el cariño de su amigo. Ambos derramaron lágrimas
juntos y luego se despidieron.
Radheya fue a su tienda, se echó en la cama y trató de dormir; pero, ¿cómo podía
venir el sueño a sus ojos que ardían como ascuas de carbón? Su corazón latía con rapidez,
pues al día siguiente iba a encontrarse con la muerte. Aunque era fatalista, todavía le
resultaba muy difícil, muy duro, aceptar el fin. No iba a ser una lucha ordinaria, tenía que
luchar con su querido hermano y debía hacer todo lo posible para matarle. Si todo fuera
normal tenía todas las posibilidades de matar a Arjuna. Radheya esbozó una sonrisa
amarga. ¿Cómo podía esperar que todo fuera normal? ¿había sido normal algo en su
vida hasta ahora? ¿por qué debería ser normal el final? Krishna se sentaría en su carro
sosteniendo las riendas de los caballos blancos de Arjuna y Arjuna ganaría. Radheya lo
sabía, también sabía que Salya no sería para él lo que Krishna era para Arjuna. A ellos
les unía un lazo que no existía entre él y Salya, de hecho a Salya no le caía bien. Pero eso