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618 Mahabharata
Capítulo V
YUDHISTHIRA HERIDO POR RADHEYA
R ADHEYA dijo:
—Salya, llévame a la presencia de los pandavas, voy a vencerles a todos. Estoy
seguro que mataré a Arjuna y que ganaré la guerra.
Salya recordó su promesa a Yudhisthira de que tenía que socavar el entusiasmo de
Radheya tanto como pudiera y empezó a elogiar a Arjuna y a los pandavas. Le dijo:
—¿Cómo puedes tener tan alta ambición? ¿Cómo te atreves a insultar la grandeza
de los pandavas? Espera a que oigas el resonar del gandiva. Espera a que veas a Bhima
destruyendo el ejército de los elefantes. Espera a que veas a Yudhisthira y a sus hermanos
con sus flechas afiladas, luego no hablarás más. Yo conozco el poder de los pandavas,
pero tú no.
Radheya dijo:
—No quiero disgustarte contradiciéndote, prosigamos, mi señor.
El carro estaba en camino. Radheya era un experto en el arte de interpretar el
significado de los presagios y vio que los presagios le eran desfavorables. Vio que nada
le prometía un futuro agradable, pero ya no importaba nada. Con un gesto de desdén en
sus hombros prosiguió, su sonrisa estaba teñida de amargura. Durante todo el camino
hasta el frente, Salya continuó alabando a los pandavas. Alababa a Arjuna y rebajaba a
Radheya. Aquello estaba hiriendo a Radheya, el cual le dijo:
—Tu nombre te corresponde muy bien, tus palabras son terribles, van directas a mi
corazón y me hieren, me hieren abominablemente. No sé porqué me estás haciendo esto,
pero no me importa. Hoy cumpliré con mi deber. Sé que hay una cosa llamada destino
que observa la vida de los hombres; está despierto mientras todo el mundo duerme y
funciona de una manera extraña. Cuando me enteré de la caída de Bhishma y cuando
vi cómo mataban a Drona, supe que el hombre está indefenso en las manos del destino.
Pero el futuro de un hombre está hasta cierto punto en sus propias manos. Si la muerte
en el campo de batalla es el destino final del hombre, aún puede labrarse un nombre
luchando tan bien como pueda. Puede morir de tal forma que consiga contrarrestar
las acechanzas del destino. Sé que no tengo opción contra Arjuna, lo he sabido desde
hace muchos años, pero lucharé por mi rey que me ha dado su corazón y le complaceré
entregando mi vida por él. Por favor, ayúdame a hacer este sacrificio por él. Soy un
hombre sentenciado, por favor no hieras las últimas horas de mi vida con tus palabras de
alabanza a Arjuna. Si tu intención es socavar mi entusiasmo, estás haciendo un trabajo
excelente. Has tenido éxito en tu plan; ahora, por favor, no hables más.
Después de esto Salya quedó en silencio.