Page 648 - Mahabharata
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               en tus manos, no permitas que entre el desaliento en tu corazón. Vayamos hacia el lugar
               donde está Arjuna, te alejaré de aquí.

                   Salya condujo el carro de Radheya lejos de la presencia de Bhima. Vrishasena, el hijo
               de Radheya, estaba avanzando hacia el ejército de los pandavas y fue directo hacia Bhima.
               Podía notarse que era un hijo de Radheya, tenía la misma gracia y el mismo poder por el
               que Radheya era famoso en el mundo entero. Estaba acosando a los pandavas. Arjuna le
               vio y fue a luchar con él. Arjuna había jurado que mataría al hijo de Radheya ante sus
               propios ojos. Después de luchar con él durante un tiempo, Arjuna mató a Vrishasena
               con una flecha afilada. Radheya tuvo que contemplar la muerte de su hijo. Acababa de
               ver la muerte de Dussasana y antes de que se pudiera recuperar de aquel golpe, tuvo
               que presenciar la muerte de su hijo. De sus ojos fluían lágrimas como un torrente sin fin.
               Pero ahora su dolor estaba dejando paso a la ira. Radheya estaba ansioso de luchar con
               Arjuna y le pidió a Salya que se dirigiera rápido hacia él.


                                                       Capítulo VIII
                             RADHEYA SE ENFRENTA EN UN DUELO CON ARJUNA

                    L carro de Radheya había ido a la vanguardia y se puso justo en frente de Arjuna. Los
               E dos grandes luchadores, los mejores arqueros del mundo se enfrentaron decididos a
               matarse. Radheya retó a Arjuna a un combate singular.

                   Justo antes de que comenzara la lucha, Radheya volvió su cara sonriente hacia Salya
               y le dijo:
                   —Espero ganar hoy; sin embargo, si muero, ¿qué harás, mi señor? Los ojos de Salya
               estaban llorosos y le dijo:
                   —Estoy seguro de que ganarás, sin embargo, si mueres les mataré a los dos y vengaré
               tu muerte.
                   Radheya estaba muy feliz de oír las palabras de Salya. Aunque parezca extraño,
               Arjuna le hizo la misma pregunta a Krishna, el cual le sonrió y le dijo:

                   —El Sol puede caer de los cielos, pero tú no fallarás. El fuego puede perder su calor,
               pero tú no fallarás. Sin embargo, si Radheya te mata, entonces puedes estar seguro que
               habría llegado el fin del mundo. Mataría a Radheya y a Salya con mis propias manos, y
               destruiría el mundo entero con mi ira. Pero eso no ocurrirá, lo sé.
                   Los dos conductores se miraron el uno al otro y los dos guerreros se sonrieron
               mutuamente. Estaban listos para luchar.
                   Aswatthama les vio preparándose para la lucha y de pronto su corazón se llenó
               de compasión por todos los que estaban en el campo de batalla. Tomó la mano de
               Duryodhana apretándosela cálidamente. El rey estaba aún suspirando con sollozos
               debido a la muerte de su querido hermano Dussasana. Aswatthama dijo:
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