Page 649 - Mahabharata
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8. Karna 629
—Duryodhana, fíjate en estos dos héroes preparándose para matarse. Detén esta
guerra y haz las paces con los pandavas, ellos son hombres buenos. Mi padre está muerto,
Bhishma ha caído y dentro de poco morirá Radheya. Le pediré a Arjuna que se detenga,
él tendrá en cuenta mis palabras y Krishna dará la bienvenida a la proposición de paz.
Yo no puedo ser aniquilado ni tampoco mi tío, no podemos morir, pero aun así perderás
la guerra. Yudhisthira ha odiado siempre la idea de la guerra. Bhima, Nakula y Shadeva
escucharán a su hermano. Esta matanza ha durado ya demasiado, detenla, deja que
Radheya y Arjuna vivan como amigos. Te pido muy humildemente que hagas cesar
todas las hostilidades. Si no lo haces, puedo asegurarte que tendrás que sufrir un gran
dolor. Haz que todos sean tus amigos, nada será tan maravilloso. Salva tu alma antes de
que sea demasiado tarde. Tú sabes que no quiero a nadie como a ti y quiero que vivas,
mi querido amigo. Eso es por lo que te pido que hagas esto. Estoy seguro que Radheya
morirá en la lucha de hoy, quiero evitarte ese dolor, y por eso te pido que detengas esta
guerra. Fíjate en la destrucción que han sufrido ambos ejércitos durante estos diecisiete
días. Debes pensártelo bien y detener esta guerra.
Duryodhana miró a su amigo y permaneció en silencio durante unos momentos.
Luego dijo:
—Todo lo que dices es cierto, Aswatthama, lo sé muy bien, pero es demasiado tarde.
Después de haber visto morir así a mi querido Dussasana, no puedo pensar en nada más
que en la guerra. Hemos ido demasiado lejos, ya no podemos volvernos atrás. No vale la
pena pensar en lo imposible, las cosas estaban destinadas a seguir un cierto curso y todo
sucederá de ese modo. Radheya tiene razón, no hay ninguna armadura que te proteja
contra el destino. Debo continuar, ya no puedo detenerme. Te agradezco tu afecto, amigo
mío, pero lo que me pides no puede hacerse, esta guerra debe continuar hasta el último
aliento.
Duryodhana hizo arreglos para que el ejército rodeara a Radheya. Arjuna tenía a
todo el ejército pandava a su alrededor. Todos querían observar el gran duelo entre los
dos héroes más grandes de Bharatavarsha.
El duelo había comenzado. Radheya y Arjuna estaban luchando con flechas ordi-
narias, jabalinas y armas por el estilo, todavía no se habían enardecido. Era tan sólo el
preludio del duelo, era más que nada una exhibición de la destreza de ambos. Las flechas
de Arjuna eran cortadas por Radheya cuando estaban llegando a él y Arjuna exhibió
también la misma habilidad.
Pero el tono del duelo cambió en un momento. Arjuna, de repente, decidió usar los
divinos astras y le lanzó el Agneyastra. Radheya con vigor y sonriente, le respondió
con el varunastra, el astra contrario. El fuego que causó el astra de Arjuna fue apagado
por el astra del orgulloso Radheya. El cielo se había cubierto de densas nubes negras y
soplaba una brisa fría. Debido al varunastra por un momento reinó la oscuridad, pero