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—Se dice que la justicia protege siempre a aquellos que son justos. En lo que a mí
se refiere, he practicado el Dharma hasta cuanto sabía, pero este Dharma es una dama
caprichosa que nunca recompensa a los que la aman. No hay nada igual que el Dharma
en este mundo.
Radheya estaba siendo herido por las flechas afiladas de Arjuna, pero se había vuelto
indiferente a ellas. Arjuna le lanzó el gran Aindrastra, pero con un gran esfuerzo de
voluntad, Radheya recordó el Brahmastra y lo lanzó para frustrar el aindra. Su carro
tenía la rueda izquierda completamente hundida en la tierra y los protectores de las
ruedas hacía mucho que habían huido amedrentados por Arjuna, por lo que Radheya
tuvo que descender del carro. Arjuna entonces fijó una flecha en la cuerda de su arco con
la intención de invocar el gran Rudrastra. Radheya con sus ojos llenos de lágrimas de ira
y desesperación dijo:
—Arjuna, la rueda izquierda de mi carro se ha hundido en la tierra. Es sólo mi
destino y nada más lo que ha hecho que esto ocurra en este momento crítico. Si esperas
un momento la levantaré. Eres un gran héroe y un luchador justo, por favor, detén tu
lucha hasta que esté listo. No es noble luchar cuando el adversario no está preparado
para defenderse. Estoy seguro que seguirás las reglas de lucha justa. Tú estás sobre el
carro y yo estoy en el suelo sin armas, no es justo que dispares tu astra ahora. Espera un
momento, levantaré la rueda y entonces seguiremos luchando.
Krishna se rió cruelmente de Radheya y le dijo:
—¡Así que ahora quieres que Arjuna te trate con justicia! Radheya, dime sinceramente,
¿has caminado siempre por el camino de la justicia? Has tomado parte en los conjuros de
Duryodhana contra los pandavas, y estabas allí cuando su reina Draupadi fue arrastrada
a la corte por Dussasana, te percataste de su impotencia incluso más que los demás,
nunca pensaste en la justicia cuando se estaba jugando el juego de dados. ¿Pero por qué
hablar del lejano pasado?. Déjame que te recuerde algo que ocurrió hace cuatro días; sí,
hace cuatro días. Todos vosotros matasteis a Abhimanyu. —Los ojos de Krishna estaban
rojos y el aspecto de su cara era terrible, estaba alterada por la furia y el dolor de sólo
pensar en Abhimanyu. Dijo—: Sí, Abhimanyu, seis héroes le mataron. Él quería un trato
justo. No tenía ningún arma y con la rueda de su carro en su mano os llamó a todos para
que lucharais con él uno a uno. ¿Pensaste entonces en las reglas de la lucha?. ¿Quién
cortó por detrás la cuerda del arco de Abhimanyu cuando estaba desprevenido?. ¿Fue
un héroe que conocía las normas de la lucha justa? Me disgustas con tus peticiones de
lucha limpia. ¿Cómo te atreves a esperar que se te trate así cuando entonces no lo tuviste
en cuenta? —Los labios de Krishna estaban temblando de ira.
Las palabras de Krishna hirieron más a Radheya que las flechas de Arjuna. Sabía
que todo era cierto, bajó la cabeza y prosiguió con sus intentos de sacar el carro del
suelo. Era como un intento de vivir contra toda opción. Krishna sabía todo en cuanto