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—Radheya nunca cambia de blanco una vez que lo ha elegido y no es propio de
un buen arquero disparar una flecha de compañía pensando que fallará la primera. Es
indecoroso para un arquero cambiar de blanco después de haberlo elegido.
Radheya estiró la cuerda al máximo y puso la flecha en el arco. El cielo brilló con el
resplandor del astra. Radheya dijo:
—Arjuna, mira por última vez al mundo antes de morir, éste es tu último momento
en la tierra.
El astra había abandonado su arco y atravesó el aire como un rayo de luz escupi-
endo fuego mientras se acercaba a Arjuna. El ejército estaba observando con el aliento
contenido, los pandavas estaban seguros de la muerte de Arjuna.
Entonces ocurrió algo sorprendente. Krishna, de una forma muy especial, pegó un
tirón de las riendas de los caballos, los cuales cayeron de rodillas al suelo, haciendo que
el carro se hundiera en la tierra a una profundidad de un pie; el carro se había hundido
en el barro, por lo que el astra no pudo atravesar el cuello de Arjuna, sino que se estrelló
contra la hermosa corona que llevaba, haciéndola rodar por el suelo. Era la corona que
Indra le había colocado sobre su cabeza y que había sido hecha especialmente para él
por el artesano divino; tenía mil joyas incrustadas. Era la corona que había hecho que le
llamaran Kiriti, y había caído por tierra golpeada por el nagastra.
A Radheya se le escapó un gran suspiro, que parecía que iba a romper su cuerpo.
Sabía que ahora no tenía nada que pudiera herir a Arjuna. Esto era lo que debería haberle
matado y había fallado por la astucia de Krishna. Todo se había acabado, su sueño
de matar a Arjuna y el sueño de Duryodhana de gobernar el mundo, todo había sido
un espejismo. Lágrimas de ira y disgusto cegaron a Radheya. Se las secó con rabia
y comenzó a luchar como antes. Arjuna ató su hermoso pelo rizado con un pañuelo
blanco y siguió luchando. Yudhisthira estaba todavía suspirando de alivio, faltó poco
para perder a Arjuna, pero Krishna estaba allí. Ya una vez había dicho que los pandavas
significaban para él su propia vida.
Radheya vio que una serpiente venenosa salía del lugar donde había caído la corona.
La serpiente fue hacia Radheya y le dijo:
—Tu astra falló en cortarle el cuello a Arjuna porque yo entré en él sin tu conocimiento.
Ahora fíjate en mí y dispárale el astra de nuevo. Yo le mataré con seguridad. Arjuna
es un antiguo enemigo mío, mi nombre es Asvasena. Durante el incendio del bosque
Khandava mató a mi madre y he estado cobijando este rencor durante todos estos años.
Por favor, lánzame de nuevo. Tú eres el único hombre capaz de matar a Arjuna. Déjame
que te ayude en tu intento. Ayúdame a vengarme de Arjuna.
Radheya estaba muy enojado con la serpiente y le dijo:
—¡Escúchame, estúpido interventor! Radheya no está tan indefenso como para tener
que recurrir a la ayuda de otros en la lucha con su enemigo. Dependo de mí y de nadie