Page 655 - Mahabharata
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a él. Él sabía que el único error que había cometido en su vida era amar al pecador
Duryodhana, pero estaba pagando el precio con la sangre de su corazón. El destino
había decidido su futuro y no tenía sentido tratar de justificar sus propias acciones.
Amaba a Duryodhana y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por él. Cometió pecados
por su causa, pero él nunca había aprobado los sucios planes de Sakuni, incluso había
intentado impedir que Duryodhana hiciera caso a los consejos de Sakuni, pero no sirvió
de nada. Radheya nunca tuvo corazón para denegarle a Duryodhana la felicidad de
su triunfo sobre los pandavas. La razón por la que Radheya había sido tan cruel ese
día memorable, era porque quería complacer a Duryodhana. Krishna lo sabía, pero
ahora no había tiempo para pensar, no podía deshacer la tela de araña una vez que se
había tejido: había quedado atrapado en ella. Había llegado el momento de morir, de
dejar caer los brazos y descansar, había pagado la deuda por completo. Radheya dejó
la rueda del carro y volvió a luchar. Arjuna no disparó el rudrastra, disparó el agneya
que fue frustrado por el varunastra. El cuerpo de Radheya estaba débil por el esfuerzo
que tenía que hacer para recordar las encantaciones. Este fue el último astra que pudo
invocar. Ahora tenía que depender sólo de su habilidad para protegerse de los astras
de Arjuna. Arjuna iba a lanzarle ahora el vayavyastra. En medio del intercambio de
flechas, Radheya saltaba de su carro y trataba de levantarlo y luego volvía a la lucha.
Era una escena que debió hacer llorar a los dioses. Era terrible ver al gran Radheya en
una condición tan horrible, nadie podía ayudarle, nadie podía acercársele a causa de
las flechas de Arjuna y además todo el mundo estaba demasiado conmocionado por el
horror de la situación para hacer nada. Salya no podía hacer nada, tenía que sujetar a los
caballos, que estaban dispuestos a empinarse en cualquier momento; sus cuerpos habían
sido desgarrados despiadadamente por Arjuna.
Radheya disparó una flecha poderosa para matar a Arjuna. El impacto fue tan terrible
que chocó contra el pecho de Arjuna y éste se desvaneció. Los pandavas pensaron que
había muerto, pues el gandiva se le escapó de las manos. Fue un gran momento para los
kurus, estaban seguros de que Arjuna había muerto; pero antes de que pudieran lanzar
vítores, Arjuna se recobró del desmayo. Sus ojos inyectados de furia tomaron un matiz
carmesí, y de una flecha derribó el estandarte de Radheya. La brillante insignia cayó
por tierra, parecía un arco iris caído. Con la caída de su insignia había caído todo lo que
amaba Radheya, su fama y su nombre. El corazón de los kurus se rompió cuando vieron
la orgullosa insignia del elefante tirada en tierra y empapada con la sangre de Radheya.
Trató de nuevo de levantar su carro, pero no pudo. Ya había perdido toda esperanza,
pero aún lo seguía intentando. Estaba en el suelo tirando de la rueda con toda la fuerza
de sus dos brazos. Sus venas parecían cuerdas de látigos y su cara estaba empapada por
el sudor y la sangre que fluían de sus sienes, mientras que sus ojos derramaban lágrimas
de dolor. Krishna dijo: