Page 658 - Mahabharata
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               veían los cometas incluso durante el día. Incluso también entre los dioses que se habían
               reunido en el cielo se produjo un grito de dolor, dolor de aquellos que eran inmunes al

               dolor; así de grande fue la caída de Radheya.
                   Arjuna sopló su devadatta y Krishna su panchajanya. Era evidente que no las estaban
               soplando con tanta fuerza como era habitual en ellos. Yudhisthira había regresado a su
               tienda a mitad del duelo, pues no pudo quedarse por mucho tiempo. Todavía sufría por
               el dolor de sus heridas. Los dos amigos fueron corriendo hacia la tienda de Yudhisthira.
               Arjuna saltó de su carro y corrió hacia su hermano. Yudhisthira le estaba esperando
               ansiosamente, pues ya le habían hablado de la muerte de Radheya. Arjuna cayó a sus
               pies, los amados pies de su honorable guru y hermano. Yudhisthira le levantó y le abrazó
               y luego abrazó a Krishna que también estaba allí. Todos los héroes estaban esperando
               para felicitar a Arjuna por su más grande logro. Arjuna estaba muy feliz. Krishna dijo:
                   —Yudhisthira, hoy es un día feliz para ti. Con la muerte de Radheya ha muerto la
               esperanza de Duryodhana. La ira que surgió en ti hace catorce años, ahora arde con
               fulgor y está abrasando a los kurus. Ya eres el señor del mundo.
                   Yudhisthira dijo:

                   —Tú eres nuestra esperanza, Krishna, tú has hecho esto por mí. Estando tú aquí para
               proteger a los pandavas, ¿por qué hay que preocuparse?
                   Yudhisthira se libró este día de la preocupación que le robaba el sueño, estaba muy
               feliz de que hubiera muerto Radheya. Quería verle muerto, así que pidió el carro de
               Arjuna y seguido de sus amigos se dirigió hacia el campo de batalla para ver el cuerpo
               sin vida de Radheya con sus propios ojos. Vio a los tres hijos de Radheya que yacían
               en el campo y también se encontró a Radheya durmiendo pacíficamente después de
               esa oscilante fiebre llamada vida. Yudhisthira contempló durante largo rato la hermosa
               forma de Radheya y luego regresó a su tienda, suspirando con alivio. No habló con nadie
               por un tiempo.

                   El Sol cayó agradecido sobre la colina del oeste. Había sido para él un día amargo
               que le había traído la mayor desgracia; fue el día en el que su amado hijo había muerto
               en la batalla. El Sol estaba agradecido por aquellas pocas horas de descanso. Necesitaba
               todas sus fuerzas para aparecer de nuevo por el este la próxima mañana para anunciar
               otro día de dolor.

                                                        Capítulo XI
                                                   CON SU ABUELO


                     URYODHANA no quería pensar en nada. Recordó el día del torneo, esa fue la
               D primera vez que vio a Radheya. Quería verle ahora y en la oscuridad de la noche,
               cuando todo el campamento estaba durmiendo, Duryodhana fue rápidamente hacia el
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