Page 651 - Mahabharata
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sufriendo por las flechas de ambos. Tanto el vijaya como el gandiva estaban sonando
continuamente. No se escuchaba otra cosa en el campo más que el resonar de las cuerdas
de aquellos arcos. A menudo se producían vítores y gritos de ánimo, unas veces de los
kurus y otras de los pandavas.
Radheya cortó la cuerda del arco de Arjuna y Arjuna la reemplazó con gran rapidez.
Con una sonrisa, Radheya la volvió a cortar y nuevamente fue reemplazada. Esto ocurrió
once veces. Arjuna estaba reemplazando las cuerdas tan rápidamente que Radheya
estaba admirado, alabando a Arjuna en su mente. Estaba orgulloso de su joven hermano.
Sintió mucho amor por él, viéndole luchar tan magníficamente.
Radheya fue cubierto de nuevo por las flechas de Arjuna y con un aspecto tan
enfadado como el de Rudra en el fin del mundo, Radheya comenzó a hostigar a Arjuna.
Tenía con él cinco flechas mortales como serpientes, y se las arrojó a Krishna. Arjuna se
puso furioso. La ira de los dos se iba incrementando, ya había pasado el tiempo en el
que se permitían el lujo de ser suaves. Ahora era una lucha a muerte entre ambos.
Capítulo IX
LA MUERTE DE RADHEYA
RJUNA disparó flechas arrolladoras a Radheya. Las flechas iban dirigidas al ejér-
A cito que rodeaba a Radheya. Los protectores de las ruedas de su carro huyeron
despavoridos y Arjuna continuó hiriendo a todos los que le rodeaban protegiéndole.
Todos huyeron dejándole solo en el campo. Duryodhana estaba muy enojado con
aquellos desertores e hizo todo lo que pudo para hacerles volver al frente, pero ninguno
se atrevía a enfrentarse con Arjuna y sus flechas terribles.
Radheya cortó las flechas que estaban tratando de cubrirle y decidió lanzarle un astra
que estaba seguro de que mataría a Arjuna.
Radheya cogió el terrible Nagastra, que ahora era su posesión más preciada y por un
momento pensó en el sakti que había tenido en su poder durante todos aquellos años. Si
no se le hubiera forzado a deshacerse de él podía haber matado a Arjuna, pero ahora
había vuelto a Indra. Radheya no tenía tiempo para pensar, ni para lamentarse, sólo le
quedaba el nagastra, pero estaba seguro de que mataría a Arjuna. Lo sacó de su carcaj
perfumado y apuntó contra el cuello de Arjuna. Planeaba cortarle la cabeza. Salya lo vio
y dijo:
—Radheya, no se lo dirijas al cuello, dirígeselo al pecho o al menos dispara otra flecha
acompañándolo dirigida al pecho. Eso fallará.
Radheya dijo: