Page 664 - Mahabharata
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               en el campo de batalla. Mi mente ha perdido ya todo el interés que tenía por el reino, ya
               no me importa; no después de la muerte de Radheya. Yo quería compartir este mundo

               con él, quería compartir mi trono con él sentándolo a mi lado, pero eso ya no puede ser,
               se ha ido. Pero ahora que todos se han ido no voy a comportarme como un cobarde.
               El mundo hablaría mal de mí, me lo reprocharían con términos despectivos si hiciera
               la paz con los pandavas después de haber permitido que mis amigos murieran por mí:
               soy culpable de muchas cosas pero no de ingratitud. Estoy completamente decidido a
               recuperar todo lo que he perdido, o dicho de otra manera, quiero encontrar mi camino
               hacia los cielos, lo cual supone morir con bravura en el campo de batalla. No te apenes
               por mí, a mí ya nada me importa. Después de la muerte de Radheya algo dentro de mí
               se ha derrumbado. Él era el más noble de los hombres y renunció a todo por mí. Ya no
               puedo vivir en este mundo después de que él se ha ido. Sin él estoy perdido y la única
               forma de unirme a ese hombre noble es morir también: morir luchando y no en casa
               tumbado en una cama rodeado de todos mis parientes llorando mi partida. Por favor,
               trata de entender lo que te digo y el porqué rechazo tu consejo.
                   Después de decir esto Duryodhana permaneció en silencio. Kripa pensaba que la
               muerte de Radheya, su amigo amado, había vuelto a Duryodhana repentinamente tierno,
               suave y cariñoso. No pudo decir nada más. Sólo les quedaba pensar en la guerra y elegir
               al próximo comandante que iba a dirigir el ejército kuru.


                                                         Capítulo II
                                                LA MUERTE DE SALYA


                    A casi todos habían acabado sus abluciones matinales en las aguas rojas del río
               Y Saraswati y estaban esperando que viniera el rey para hablar de los planes a seguir
               en el futuro. Sus cuerpos se estremecían con un ardor febril que no lograban calmar ni las
               frías aguas del río. Duryodhana se acercó a la orilla para reunirse con ellos y dirigiéndose
               a Aswatthama le pidió su opinión diciéndole:
                   —Tú eres el más sabio de todos nosotros. Por favor, dinos quién debe ser el próximo
               comandante del ejército. Aswatthama le respondió:
                   —El gran Salya es la persona más preparada para desempeñar el papel de coman-
               dante. Es el más poderoso y se ha entregado a ti poniéndose completamente a tu
               disposición. Con Salya como comandante es posible ganar la guerra.

                   Duryodhana se acercó a Salya y le dijo:
                   —Con las manos juntas comparezco ante ti para pedirte que seas el comandante de
               nuestro ejército. Por favor, condúcenos a la victoria. Salya se puso muy feliz y respondió:
                   —Estoy muy feliz de poder hacer esto por ti. Ayer, justo antes de que el duelo entre
               Radheya y Arjuna comenzara, Radheya me preguntó qué haría yo si él muriese en la
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