Page 667 - Mahabharata
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9. Salya 647
retaguardia. Equipad mi carro con armas en abundancia; voy a luchar con Salya.
Después de esto, Yudhisthira se sentía como si ya hubiera matado a Salya.
La lucha continuaba. Apretando sus labios con determinación, Yudhisthira peleó
con Salya. Yudhisthira luchó muy bien, a pesar de los trece años de exilio aún no había
olvidado las enseñanzas que recibió de Drona. Todos los héroes kurus se reunieron para
ayudar a Salya, mientras que todos los héroes pandavas estaban escoltando el carro de
Yudhisthira. Era un nuevo Yudhisthira el que vieron aquel día, parecía el dios de la
muerte, así de impresionante era el aspecto que ofrecía su frente contraída por el coraje
que ponía en la lucha. Salya perdió su carro una vez y su arco más de una, y también se
desmayó una vez, reanudando luego la lucha después de que se hubiera recuperado. El
valor de Bhima en aquel decimoctavo día era algo que no se había visto antes. Acosó a
Salya de mil formas diferentes, matando a sus caballos y a su auriga con su maza. Salya,
sin embargo, permanecía impertérrito, aunque Yudhisthira estaba dispuesto a matarle.
Salya avanzó hacia Yudhisthira como avanza un león dispuesto a saltar sobre un animal
más débil. Yudhisthira concentró su mente en Krishna y cogiendo una poderosa jabalina
aguerrida y terrorífica la levantó en alto, tenía incrustaciones de piedras preciosas y
parecía el sakti en manos del señor Kartikeya. Yudhisthira arrojó raudo sobre el pecho de
Salya aquel arma terrorífica, la cual, surcando el aire como una estrella fugaz se hundió
en el pecho de su tío atravesándole de parte a parte: la jabalina penetró en su pecho
igual que una serpiente entra en su agujero. La sangre brotaba de su pecho a borbotones.
El gran Salya, el comandante del ejército de los kurus, se desplomó fuera de su carro
cayendo muerto al suelo. Su cuerpo quedó boca abajo con sus brazos extendidos, parecía
como si estuviera dándole el abrazo final a la madre tierra antes de despedirse de ella.
Capítulo III
LA MUERTE DE SAKUNI
L pánico cundió entre el ejército de los kurus cuando vieron que había caído su
E comandante. Pero la lucha tenía que continuar y el mismo Duryodhana avanzó
hacia el frente del ejército. Los soldados al verle tomar el mando sintieron nuevo ánimo,
como si se les hubiera infundido nuevas fuerzas. Y dirigiéndose a ellos con su voz
poderosa les dijo:
—¿Por qué intentáis huir? la muerte os ha de llegar un día de todas formas, tanto si
sois cobardes como si sois valientes. ¿No creéis entonces que es mejor luchar y morir? de
esa forma estaréis seguros de que alcanzaréis el cielo a donde han ido todos nuestros
héroes. ¿Por qué tenéis miedo de los pandavas? ¡Luchemos todos! y dejemos el resto en
manos del destino.
El rey estaba al frente del ejército. Viéndole a él con tan noble perseverancia, incluso
cuando ya estaba a punto de perder la guerra, el ejército se reorganizó alrededor del