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estandarte presidido por una serpiente y reemprendió la lucha. Duryodhana peleó
maravillosamente. Él solo estaba manteniendo a raya a todo el ejército de los pandavas.
Satyaki, Dhrishtadyumna, Bhima, Arjuna, Yudhisthira, Nakula y Shadeva no podía
hacer frente a las terribles flechas que fluían del arco del rey kuru. Sakuni era un valioso
compañero de Duryodhana, con él tenía a su hijo Uluka y ambos estaban luchando al
máximo de sus fuerzas. Los hermanos de Duryodhana al verle al frente fueron enseguida
para ayudar a su rey. Bhima avanzó hacia el frente atacándoles a todos. Aquel puñado
de hermanos del rey que aún sobrevivían se defendía como ciervos acorralados ante la
furia de Bhima, el cual luchó hasta matarlos a todos excepto a uno: Sudarsana. Todo
sucedía con suma rapidez, pasando los héroes de una situación a otra sin intervalos ni
recesos. Arjuna estaba muy ocupado peleando con el resto del ejército de los trigartas,
hasta que por fin mató a Susarma, su antiguo enemigo, cuya muerte puso fin al capítulo
de los trigartas.
Sakuni vio a su rey en medio de la caballería; junto a él estaba el único hermano que
le quedaba. Bhima, acompañado de Arjuna y los otros, cruzó a través del ejército de
los elefantes dirigiéndose al lugar del campo donde se encontraba Duryodhana. Bhima
atacó a Sudarsana, mientras que Duryodhana luchaba con gran entereza. Con una aguda
flecha, Bhima le cortó la cabeza a Sudarsana. Bhima había aniquilado ya a todos los hijos
de Dhritarashtra excepto a Duryodhana.
Entonces intervino Sakuni con su ejército de elefantes provocando nuevamente que la
lucha fuera general. Su hijo Uluka estaba con él y en este caso fueron Shadeva y Nakula
quienes se enfrentaron con ellos. Nakula mató a Uluka cumpliendo así su juramento.
Para Sakuni fue terrible ver a su hijo muerto, por lo cual, después de luchar durante un
tiempo, trató de huir corriendo. Shadeva le persiguió y le dijo:
—¿Por qué tratas de huir? Si no hubiera sido por ti, esta guerra no hubiera sucedido.
Si no hubieses entrado en Hastinapura, Duryodhana no habría perdido su naturaleza de
príncipe convirtiéndose en un tramposo como así sucedió. Parecías muy feliz cuando
jugaste el juego de dados con mi hermano, fue entonces cuando juré que te mataría y tú
te reíste de todos nosotros mientras pronunciábamos nuestros juramentos. Pero ahora,
ante tus mismísimos ojos has podido contemplar cómo todos nuestros juramentos se
han ido cumpliendo: Arjuna ha matado a Radheya tal y como juró hacerlo, Nakula ha
matado a Uluka. Sólo quedas tú y Duryodhana, pero es sólo cuestión de poco tiempo
antes de que este juramento también se cumpla. A Duryodhana pronto le llegará su hora,
pero la tuya ya te ha llegado: ¡Ven y lucha conmigo!
Sakuni tuvo que pelear y lo hizo muy bien, pero en un momento de la lucha Shadeva
le arrojó una jabalina que le atravesó de parte a parte y le mató. Con la muerte de Sakuni,
todas las esperanzas de Duryodhana murieron también; sabía que ya todo había acabado.