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derrotado y cuando llegó, Duryodhana giró su mirada hacia él con sus ojos llorosos
sin poder siquiera reconocerle por el estado emocional en que se encontraba. Sus ojos
estaban con su corazón y su corazón estaba muy lejos. Sanjaya le dijo:
—Mi señor, soy Sanjaya, el auriga del rey, tu padre. Las palabras de Sanjaya hicieron
que Duryodhana volviera en sí, el cual dijo:
—Sanjaya, felizmente veo que has podido escapar a la furia de los pandavas.
Le abrazó calurosamente y le estrechó su mano. Sanjaya le sonrió y le dijo:
—Yo estaba en el campamento como era mi costumbre. Después de que los pandavas
destruyeran completamente el ejército, vinieron hasta el campamento para ver si tú
estabas allí. Allí me encontraron a mí, y Satyaki me tomó como un cautivo. Dhrishta-
dyumna me vio y se echó a reír de Satyaki por su captura diciéndole: « ¿De qué sirve
capturar a este hombre? que esté vivo o muerto es algo que no tiene la menor importancia
para nosotros. » Y Satyaki dijo: « Pues muy bien, entonces le mataré. » Ya tenía su espada
levantada listo para matarme cuando Vyasa intervino y dijo: « Este hombre no ha de
ser aniquilado. Debe permitírsele que regrese junto al rey Dhritarashtra. » Así que me
soltaron y aquí estoy. Pero, mi señor, ¿qué te sucede? ¿por qué tienes este aspecto? Parece
como si tu mente estuviera fuera de control.
Sanjaya se echó a llorar como una mujer contemplando a aquel Duryodhana que
una vez había sido el monarca del mundo entero. Duryodhana le sonrió dulcemente, y
tranquilizándole, le dijo:
—Sanjaya, ojalá mi mente perdiera su tino, así podría liberarme de la agonía que
me produce el recuerdo. Me siento muy infeliz, no encuentro palabras para explicar lo
infeliz que soy. Tú eres la única persona que tengo a mi lado que aún me ama, al igual
que mi padre. No tengo a nadie que llore por mí, excepto tú.
Duryodhana permaneció en silencio durante unos momentos, tras lo cual dijo:
—Sanjaya, quiero que vayas a adonde está mi padre y le digas: « Tu hijo Duryodhana
ha entrado a las profundidades del lago, su cuerpo le ardía y con la esperanza de calmar
los ardores que le consumían su cuerpo y su corazón, va a quedarse dentro del lago.
¿Qué sentido tiene vivir después de que todos sus hermanos y sus amigos han muerto, y
después de que la guerra ha acabado a favor de los pandavas? » Sanjaya, dile a mi padre
que ya no tengo deseo alguno de vivir, y por favor, transmítele mis saludos. Ya no le
veré más, pero le pido perdón por la enorme pena que le he causado. Él siempre me ha
amado y espero que me perdone. Dile a mi madre Gandhari que no soy digno de ser
hijo de un alma tan grande. Dile que este Duryodhana, que jamás ha inclinado su cabeza
ante nadie, cae a sus pies y le ruega perdón. Dile que mi única oración es poder tenerla
como madre en mi próximo nacimiento y en todos los que hayan de venir. Ahora vete,
Sanjaya, debo calmar mi cuerpo por un tiempo y descansar dentro de las aguas. Debo
penetrar en las aguas antes de que alguien me vea.