Page 677 - Mahabharata
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9. Salya                                                                                 657


               haber ganado la guerra le has dado nuevamente la oportunidad de arrebatarte el reino.
               No hay nadie que pueda enfrentarse con Duryodhana en semejante lucha.

                   Bhima se les acercó y dirigiéndose a Krishna le dijo:
                   —Krishna, no te preocupes. Yo le mataré. Me acercaré a la orilla de este río de odio
               que ha estado fluyendo entre Duryodhana y los pandavas, y en particular entre él y yo.
               Desafiaré al gran Duryodhana y le pediré que luche conmigo. Estoy seguro de que le
               ganaré, no te preocupes por mí. Mi maza es más poderosa y soy el mejor de los dos.

                   Krishna estaba feliz de ver a Bhima con tanto ánimo. Le dijo:
                   —Bhima, Yudhisthira será el señor del mundo gracias a ti. Has matado a todos los
               otros hijos de Dhritarashtra y es justo que seas tú la persona que mate al último de ellos.
               Conquista el mundo, Bhima, y póstralo a los pies de tu querido hermano. El final de
               Duryodhana será el final de los problemas de Yudhisthira, pero has de tener mucho
               cuidado con Duryodhana, es muy bueno luchando con la maza y tiene pies muy rápidos.

                   A continuación Bhima se dirigió a Duryodhana y le desafió diciéndole:
                   —Quiero que pelees conmigo, Duryodhana. Quiero que recuerdes todo lo que nos
               has hecho, pues quizás lo hayas olvidado, pero nosotros no. Acuérdate de Varanavata,
               acuérdate de Draupadi cuando fue arrastrada hasta la corte por Dussasana, acuérdate
               del juego de dados y del malvado Sakuni que ha sido la causa de tu caída. Hoy quiero
               que coseches los frutos de tus pecaminosos actos. Por tu causa, el campo de batalla ha
               sido engalanado con los cuerpos yacentes de los hombres más nobles y más grandes:
               nuestro abuelo, nuestro amado Bhishma, yace ahora en un lecho de flechas por tu culpa.
               Drona, nuestro querido acharya, un hombre que debía haber sido honrado hasta el final
               de su vida, yace ahora muerto en el campo de batalla. Radheya el sutaputra también
               yace en el campo de batalla como un segundo Sol iluminando la tierra. Nuestro tío Salya,
               a quien tú indujiste a ponerse de tu lado, ha muerto también en manos de su sobrino,
               quien debía haberle honrado. Tus queridos hermanos también están esparcidos por el
               campo de batalla como las ascuas de un fuego que una vez rugió con fuerza devoradora.
               Te voy a hacer pagar todas estas terribles muertes: voy a matarte. Con toda seguridad
               voy a matarte para complacer a mi querido hermano, a quien en otro tiempo hiciste
               dormir sobre el suelo.

                   La voz de Bhima sonaba con rudeza, cargada de emoción. Duryodhana escuchó sus
               palabras con una sonrisa burlona en sus labios y con su ceja levantada en un además
               entre arrogante y divertido, le dijo:
                   —No grites tanto, Bhima. Habla menos y haz más; déjame verte en acción. Durante
               años he deseado luchar contigo en un duelo singular. Me alegra ver que tienes suficiente
               hombría para desafiarme; hasta ahora nadie me ha vencido luchando con la maza. Nadie
               en toda la tierra ni en los cielos puede enfrentarse a mí. Ni siquiera Indra podría luchar
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