Page 683 - Mahabharata
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9. Salya                                                                                 663


                   —Mi señor, recuerda que el cuarto ciclo del tiempo, el Kaliyuga, ya ha comenzado.
               De ahora en adelante ya no podremos encontrar rectitud sin mácula. Incluso en la guerra,

               los primeros nueve días transcurrieron regidos por la rectitud, pero a partir del décimo
               día, el tono de la guerra cambió. La pureza comenzó a oscurecerse con pequeños actos
               de adharma y día tras día eso fue creciendo. Es la ley del tiempo, no debes tratar de
               cambiar el curso del destino. Se abrirá camino inexorablemente, pues se cumple de
               muchas maneras, la mayoría de ellas injustas para nuestra forma de ver. Yo, por esta vez,
               siento que el fin justifica a los medios.
                   Balarama dijo:
                   —Tus dulces palabras no han logrado convencerme, Krishna. Bhima ha matado hoy a
               Duryodhana por medios injustos. El mundo hablará siempre de él como de un luchador
               sucio que no se atuvo a las normas de lucha. Por otro lado me siento orgulloso de
               Duryodhana, él alcanzará los cielos; es un luchador justo. El mundo recordará siempre a
               este gadayuddha, el cual le asegurará eterna gloria a Duryodhana y eterna vergüenza a
               Bhima.
                   Después de escupir con furia estas palabras, Balarama fue a donde yacía Duryodhana
               despidiéndose de él con ternura. Los ojos de Duryodhana estaban llenos de amor y
               gratitud por aquel gran hombre que había estado a punto de luchar contra los pandavas
               por su causa. Balarama abandonó el lugar con una expresión de enfado en su rostro y
               subió a su carro poniéndose inmediatamente en marcha hacia Dwaraka sin despedirse
               siquiera de los pandavas. Krishna debió exhalar un suspiro de alivio, ya no importaba
               la ira de Balarama. Las cariñosas manos de Revati pusieron ante él una copa de vino,
               que le hizo olvidar todo. Krishna había logrado salvar a los pandavas de la ira de su
               terrorífico hermano, eso ya era suficiente.
                   Krishna estaba apenado por Bhima, el cual permanecía de pie con la cabeza baja
               después de haber escuchado las palabras de Balarama. Él había estado soñando con
               aquel momento durante todos aquellos años. Todos conocían su juramento y sabían

               que lo iba a cumplir. En realidad, durante la lucha, se había olvidado del juramento,
               fue Arjuna quien se lo recordó, mas ahora, Arjuna mismo se hacía a un lado como si no
               aprobase lo que él mismo había hecho. Krishna adivinó todo lo que estaba pasando por
               la mente de Bhima y se acercó a él, tomó sus manos entre las suyas y le dijo:
                   —Bhima, estoy orgulloso de ti. Has hecho lo que habías jurado que ibas a hacer. No
               todos los hombres pueden cumplir sus juramentos. Estoy contento de que hayas hecho
               todo lo que habías estado anhelando hacer.
                   Yudhisthira le sonrió a Bhima, el cual fue corriendo hacia su hermano y se postró a
               sus pies bañándole con sus lágrimas y le dijo:
                   —Te ofrezco este mundo a ti, mi señor, es tuyo. Esta larga historia de odio ha acabado
               ya, ya no tienes más enemigos. Ya estás libre del dolor que te ha estado hiriendo durante
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