Page 687 - Mahabharata
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Libro 10

                                                    Matanza


                                               (Soptika Parva)










                                                         Capítulo I
                                                EL CARRO DE ARJUNA


                    OS pandavas regresaron a su campamento. La norma era que el ejército ganador 10. Soptika
               L tenía que entrar en el campamento enemigo una vez acabada la guerra. Así pues, se          [Matanza].
               pusieron en marcha hacia el campamento de Duryodhana y entraron en él haciendo sonar
               sus caracolas: la Panchajanya y la gran Devadatta resonaban con gran estrépito. Krishna
               no quería que la escena que ocurrió en Samantapanchaka mermase el entusiasmo de los
               vencedores, él se mostraba más animado y contento que ninguno, y en cuanto llegaron a
               su campamento, Krishna pidió a todos que se quedaran quietos, y dirigiéndose a Arjuna
               le dijo:
                   —Arjuna, coge tu gandiva y tus aljabas y baja del carro. Mientras Krishna permanecía
               aún en el carro, Arjuna hizo lo que él le había dicho y después de que hubiera bajado,
               Krishna abandonó las riendas y la fusta y descendió también de aquel carro dorado
               incrustado de piedras preciosas. En cuanto Krishna descendió, el gran Hanumán, que
               estaba en el estandarte como insignia, de repente dio un salto hacia el cielo y desapareció
               de la vista de todos. Fue sorprendente. Todos giraron su mirada hacia la carroza de
               Arjuna y, en ese momento, la carroza comenzó a arder como una pira de tea, y en un breve
               instante aquel esbelto carruaje quedó reducido a un montón de cenizas. Los blancos
               caballos de Arjuna murieron ardiendo junto con el carro. Aquel carro de Arjuna, cuya
               estampa causaba terror en el corazón de los kurus, ahora no era más que un montón de
               cenizas.
                   Arjuna giró sus ojos llenos de lágrimas hacia Krishna y le dijo:

                   —Mi señor, ¿qué es lo que estoy viendo? Mi carro, mi carro dorado que Agni me
               regaló cuando quemó el bosque de Khandava, el carro que tú has conducido durante
               todos estos días, mi carro ha sido quemado ante mis propios ojos y sin ninguna razón.
               ¡No puedo entenderlo! Por favor, dime por qué ha sucedido esto.
                   Krishna, que tenía una expresión muy seria, le dijo:


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