Page 696 - Mahabharata
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Libro 11
Lamentaciones
(Stri Parva)
Capítulo I
KRISHNA MALDICE A ASWATTHAMA
11. Stri N la corte de los kurus, Dhritarashtra se encontraba sumido en total consternación,
[Lamenta- E no podía soportar el inmenso dolor que le había causado la muerte de todos sus
ciones].
hijos. Sanjaya y Vidura trataban por todos los medios de hacerle entender que tenía que
armarse de valor y sobreponerse, y también trataban de hacerle ver que este final ya
había sido predicho desde hacía mucho tiempo. Sanjaya, tan extrovertido como siempre,
le dijo al rey que era a él mismo a quien tenía que culpar por aquella horrible calamidad.
El rey no se sintió ofendido por sus palabras, era humilde. Admitió que todo había sido
por su culpa. Vidura sentía mucha pena de su hermano, que había sido tan insensato
como ineficaz y nuevamente trató de explicarle los secretos del nacimiento y la muerte,
y el hecho de que el alma es indestructible. Finalmente, Vyasa vino e hizo que el rey
se repusiera y fuera al campo de batalla. Ahora que la guerra había terminado, los
cadáveres tenían que ser retirados del campo de batalla para ser incinerados. También se
habían de realizar los obligados ritos funerarios, por lo que aquella desagradable visita
al campo de batalla se hacía ineludible.
Todas las mujeres del palacio y todas las mujeres de la ciudad iban andando junto al
rey ciego para ver a sus seres queridos que habían perecido en el campo de Kurukshetra.
Mujeres que jamás habían visto el Sol, en aquel día andaban por las calles de la ciudad
con su rostro cubierto de lágrimas y su pelo suelto. Vidura entonces se acordó del día
en que los pandavas abandonaron Hastinapura, se acordó de la forma en que Draupadi
profetizó aquella escena cuando andando se alejaba de la ciudad igual que en ese día lo
hacían todas aquellas mujeres. De eso hacía catorce años. Los brahmanes iban delante
del rey recitando los santos himnos de Rudra, igual que Dhaumya lo había hecho en
aquel día memorable, catorce años atrás. Todo se había hecho realidad. La justicia divina
estaba saldando cuentas con el rey y con su pecaminosa corte. Vidura, sin pronunciar
palabra alguna, caminaba junto con todos en total silencio.
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