Page 697 - Mahabharata
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11. Lamentaciones                                                                        677


                   Por el camino se encontraron con Kripa, Kritavarma y Aswatthama, los únicos
               supervivientes del ejército de los kurus. Inmediatamente fueron hacia el rey y la reina

               dirigiéndoles palabras de consuelo y luego les contaron la masacre que habían realizado
               en el campamento de los pandavas. Kripa dijo:
                   —Tenemos miedo de los pandavas, nos están buscando. No nos atrevemos a
               quedarnos aquí por más tiempo, tenemos que despedirnos de vosotros.

                   Y se alejaron de allí los tres juntos, y cuando habían recorrido cierta distancia, se des-
               pidieron abrazándose y se separaron. Kripa se fue a Hastinapura, Kritavarma se volvió
               a Dwaraka y Aswatthama se fue a las orillas del Ganges para refugiarse en la ermita
               de Vyasa. Y fue allí donde finalmente Bhima encontró a Aswatthama escondiéndose
               detrás de Vyasa, el cual estaba a la orilla del río Ganges. Bhima tensó su arco y desafió a
               Aswatthama a que luchara con él. Inmediatamente Krishna y Arjuna llegaron rápidos
               como el viento al lugar donde se encontraba Bhima. Aswatthama le sonrió a Bhima
               con una expresión poco usual. Su cara había perdido todo el brillo que en ella solía
               reflejarse, ahora parecía un carnicero que mata animales para venderlos. Su cara estaba
               tan pálida como la de un cadáver, el brillo con que solía resplandecer la cara del hijo
               de Drona, se había disipado por completo. Su expresión era ruda y cruel. Y lanzando
               una sonrisa siniestra arrancó con su mano un puñado de hierba e invocó el gran astra
               llamado brahmasirsha, lanzándolo sobre Bhima y Arjuna con estas palabras: « Que el
               mundo se quede sin pandavas ».

                   Del haz de hierbas que sostenía en su mano comenzaron a salir despedidas densas
               humaredas, lanzando a continuación llamas terribles que se dirigían en dirección a Bhima
               y Arjuna con tremenda furia y rapidez. Las sospechas de Krishna se estaban cumpliendo,
               por lo que, mientras Aswatthama invocaba el astra, Krishna acercándose a Arjuna le dijo:
                   —¡Arjuna! ¡Arjuna! date cuenta de lo que está haciendo, está invocando el Brahmasir-
               shastra. Tú también sabes cómo hacerlo, tu guru te enseñó las palabras mágicas para
               su invocación. ¿No te acuerdas? Fue después de que mataras al cocodrilo que estaba
               acosándole en el río; tienes que lanzar el astra inmediatamente para contrarrestar al de
               Aswatthama, si quieres salvar tu vida y la de tus hermanos: ¡rápido hazlo! ¡el astra ya
               viene en camino!

                   Arjuna, con la rapidez del pensamiento, invocó el mismo astra lanzándolo también.
               Las dos llamas surcaban el cielo sedientas de destrucción. El mundo se estremecía ante
               el poder de los asirás, los océanos hacían retroceder sus orillas y las montañas temblaban
               como briznas de algodón atrapadas en un vendaval. Los dos rishis, Vyasa y Narada,
               se interpusieron entre los dos asirás para impedir la colisión, si chocaban entre ellos el
               mundo entero sería destruido. Así que detuvieron los dos astras en el aire con sus manos:
               tal era el poder que habían adquirido debido a sus prácticas de austeridades. Y dijeron:
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