Page 699 - Mahabharata
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11. Lamentaciones 679
ese niño gobernar el mundo después de haber sido elevado al trono de los pauravas;
gobernará el mundo durante sesenta años. Con tus propios ojos lo verás.
A continuación le fue arrebatada la gema que llevaba en la cabeza, tras lo cual
Aswatthama abandonó el lugar alejándose a solas hacia el largo y ancho mundo, conde-
nado a vivir eternamente.
Después de despedir a Aswatthama de aquella forma, Bhima fue corriendo con la
gema en la mano a donde se encontraba Draupadi y se la dio. Luego Krishna les contó
todo lo que había sucedido y Draupadi ya se tranquilizó, reponiéndose poco a poco
de su pena después de saber que el asesino había sido castigado. Ella misma le dio la
gema a Yudhisthira y le dijo que sólo un rey como él era digno de llevarla, y nadie más.
Yudhisthira la aceptó para complacer a Draupadi.
Capítulo II
LA FURIA DE GANDHARI
OS pandavas partieron hacia Hastinapura. No habían visto aquella ciudad desde
L hacía catorce años, pero ahora volvían como los gobernantes del reino, siendo
Yudhisthira su rey. Pero toda su felicidad había sido destruida por Aswatthama el cual
había vengado la muerte de Duryodhana. Todos estaban tristes, y así transcurría la
procesión de los pandavas camino de Hastinapura. Satyaki y Krishna cuidaban de todos.
Más tarde se enteraron de que Dhritarashtra junto con todas las mujeres del palacio y las
mujeres de la ciudad, iban camino del campo de batalla, por lo que cambiaron de rumbo
y también se dirigieron hacia allí para reunirse con ellas. Los pandavas se encontraron
con las mujeres en el campo de Kurukshetra, siendo sus lamentaciones los saludos de
bienvenida. Yudhisthira fue directo hacia Dhritarashtra y se postró a sus pies, luego se
presentó a sí mismo y a sus hermanos. Dhritarashtra le recibió dándole un abrazo de
falso afecto, pues no cesaba de pensar que los pandavas eran la causa de la muerte de sus
hijos, no podía recibirles con afecto; no obstante, era muy hábil en mantener la apariencia
ante otros, así que le dio la bienvenida a Yudhisthira con palabras amables aunque su
corazón estaba lleno de odio hacia Bhima. Si hubiera podido le habría calcinado con
la mirada, pero aun así, Dhritarashtra extendió sus brazos hacia Bhima invitándole a
abrazarse con él. Bhima ya se dirigía hacia el rey cuando Krishna le detuvo haciéndole
señas. Krishna fue corriendo al gimnasio y rápidamente trajo la estatua de acero de
Bhima con la que Duryodhana solía entrenarse diariamente en sus prácticas de lucha
con maza y la puso frente a Dhritarashtra. El anciano rey la rodeó con sus brazos y en
el momento en que la abrazaba se acordó de que tenía entre sus brazos al que había
matado a todos sus hijos: sus brazos se aferraron fuertemente a la imagen de acero y
comenzaron a estrecharse más y más en un fuertísimo apretón hasta que la imagen quedó