Page 703 - Mahabharata
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11. Lamentaciones                                                                        683


               avisó cuando vino a Hastinapura. Pero cuando un hombre es empujado por el destino,
               se vuelve sordo y ciego. Esto tenía que suceder y no vale de nada que nos lamentemos

               por el pasado. Mi querida hija, no te apenes por tus hijos; ellos han alcanzado el Cielo.
               Yo, al igual que tú, también he perdido a todos mis hijos; no sé quién debería consolar a
               quién. La destrucción de toda esta raza se ha debido a mí.
                   Todos juntos andaban hacia el campo de batalla. Gandhari podía verlo todo con el
               ojo de su mente, a ella se le había concedido ese don debido a sus severas penitencias;
               incluso antes de llegar podía ver la nauseabunda escena que se iban a encontrar. Vio
               a las esposas y a las madres de los guerreros caer sobre los cuerpos sin vida de sus
               seres queridos, llorando lágrimas amargas. Dhritarashtra iba un poco más adelante y
               Gandhari se acercó a Krishna y le hizo ver los cuerpos sin vida de sus hijos y junto a ellos
               sus esposas lamentando la muerte de sus señores; aquellas escenas eran desgarradoras.
                   Gandhari se dirigió al lugar donde yacía Duryodhana y se desvaneció. Luego recobró
               la conciencia y comenzó a llorar amargamente sobre el cuerpo de su hijo; suavizó su tersa
               ceja y soltó sus rizos que estaban enmarañados con la sangre seca. Krishna permanecía
               de pie a su lado sin decir nada, escuchaba sus lamentaciones y las de la esposa de
               Duryodhana. La esposa estaba destrozada por la muerte de su señor y la de su hijo.
               Gandhari le mostró todas aquellas escenas. También le hizo ver a Uttara, la esposa de
               Abhimanyu, llorando sobre el cuerpo inerte de su señor. Tan sólo hacía seis meses que
               se habían casado y ahora estaba muerto. También le mostró a la esposa de Radheya
               lamentando su muerte y cómo las esposas de Salya lloraban la muerte de su señor. La
               escena era más horrible de lo que podían haber imaginado. Gandhari vio todo aquello
               antes de que sucediera. De repente, Gandhari se inflamó de ira y girándose hacia Krishna,
               le dijo:
                   —Krishna, todo esto es el resultado de tu indiferencia Estoy segura de que lo podías
               haber impedido si tú hubieras querido. Tú podías haber impedido la furia entre los

               kurus y los pandavas. Si hubieras sido imparcial con los dos bandos, si lo hubieras
               intentado podías haber impedido este aniquilamiento colectivo. Krishna, si es cierto
               que he hecho severísimas penitencias y que de ellas he adquirido algún poder voy a
               usarlo todo ahora para maldecirte por la ruina que has causado a la casa de los kurus: yo
               te maldigo, porque por tu indiferencia, los kurus y los pandavas se vieron obligados a
               destruirse entre ellos. Igual que la enemistad entre estos primos ha causado la destrucción
               de nuestra familia, dentro de treinta años a partir de hoy, tu familia, la familia de los
               vrishnis, será completamente destruida matándose entre ellos mismos. Las mujeres de
               tu familia llorarán igual que estas mujeres lloran hoy: ésta es la maldición de Gandhari.
                   Krishna, mirándola con la más dulce de sus sonrisas, le dijo:
                   —Madre, yo sé que soy la única persona capaz de destruir completamente la casa
               de los vrishnis, pues son indestructibles; sólo pueden destruirse ellos mismos, sólo un
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