Page 710 - Mahabharata
P. 710
Libro 12
Consolación
(Santi Parva)
Capítulo I
VYASA Y NARADA CONVENCEN A YUDHISTHIRA
12. Santi UVIERON que permanecer fuera de la ciudad durante un mes; no podían volver a
[Consolación].
T la ciudad hasta que hubieran concluido los ritos funerarios. Estaban residiendo en
unas casas que se habían improvisado a orillas del río Ganges. Vyasa, Narada y muchos
rishis fueron a visitar a Yudhisthira. Narada le habló y le dijo:
—¿Por qué estás tan triste? Por la gracia de Krishna y con la ayuda de los pandavas,
tus valientes hermanos, ahora eres el señor del mundo, tus años de sufrimiento han
acabado. Me complace poder felicitarte por tu éxito.
Yudhisthira dio rienda suelta a su dolor y dijo:
—Mi señor, yo no estoy destinado a ser feliz. Toda la felicidad de la que ahora
podíamos gozar se ha esfumado; nuestra madre nos ha dicho que Radheya era nuestro
hermano, y también me dijo que antes de la guerra, en una ocasión se reunió con él y
le pidió que se viniera con ella y se uniera a nosotros, sus hermanos, pero él no quiso.
Krishna también se lo pidió, pero no quería abandonar a Duryodhana, su amigo y
maestro. Y confiando en él, Duryodhana comenzó la guerra. Era contrario a la naturaleza
de mi hermano ser desleal con su rey, que, además, era su señor y amigo. Sufrió mucho
cuando supo que los pandavas eran sus hermanos, pero no abandonó el camino del
deber; así de grande era nuestro hermano y nosotros lo hemos aniquilado. Yo mismo
me alegré mucho cuando le matamos y le llamé sutaputra cuando luchaba con él en un
duelo, pero él me derrotó y me insultó. ¿Qué destino fatal es este que nos ha separado,
mi señor? Él sabía desde el principio que éramos hermanos, sin embargo, no nos lo dijo.
»Recuerdo aquel día en la corte de Hastinapura, cuando Draupadi estaba siendo
insultada por todos ellos: Radheya era el peor de todos. Yo me puse muy furioso con él,
pero tuve que agachar la cabeza avergonzado apartando mis ojos de su mirada, no podía
resistirla. Mas cuando bajé la mirada, mi vista se detuvo en sus pies y toda mi furia se
disipó, no podía seguir enfadado con él, pues sus pies se parecían a los benditos pies de
690