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consternado. Pero Vyasa, Narada y muchos otros rishis le hicieron comprender lo equiv-
ocado que estaba y gradualmente comenzó a deshacerse de aquel manto de amargura
que le cubría. No fue fácil para Vyasa hacerle cambiar de actitud, pero, finalmente,
Yudhisthira comprendió su deber como rey. Se le hizo ver que alguien que desempeña
el papel de rey no tiene derecho a lamentarse o autocompadecerse, que el rey es perte-
nencia del pueblo y no se le permite tener individualidad propia. Para el pueblo, el rey
representa a Dios; pero, a su vez, para el rey sus súbditos representan a Dios, y es su
deber gobernarles bien. Si no es así, es como si no hubiera rey. Ha de vivir buscando
siempre el bien de su pueblo. Para ellos ha de ser como un padre; ése es su deber.
Una vez que Yudhisthira pudo comprender todo aquello, dijo:
—Ya se han desvanecido las nubes que oscurecían mi mente, mi señor. He pasado
por el valle tenebroso hasta que por fin he salido a la luz. Por favor, enséñame las líneas
de conducta que debe seguir un rey y dime bajo qué leyes se debe gobernar un reino; hay
muchas cosas que desconozco. Depende de ti guiarme por el camino correcto, porque
definitivamente voy a asumir esa responsabilidad; he de saber todo lo necesario para
gobernar el reino. Quiero hacerlo tan bien como lo han hecho mis antepasados. Por favor,
enséñame.
Vyasa sonrió contento y le dijo:
—Yudhisthira, me alegra ver tu interés por aprender todo lo que hace falta para
gobernar el reino, eso es encomiable; pero le estás pidiendo consejo a la persona incorrecta.
Yo jamás he gobernado, yo no tengo nada que ver con los reinos de la Tierra, soy un
ignorante en esa materia; te sugiero que le preguntes a tu abuelo, él es la mayor autoridad
en esa materia. Ganga cuando se lo llevó con ella quería prepararlo para el papel que
había de desempeñar: rey de la raza lunar. Él tenía que suceder a Santanu. Los divinos
preceptores Brihaspati y Sukra, le enseñaron la ciencia de la política, en eso nadie
puede igualar a Devavrata. Estaba preparado para desempeñar el papel que nunca pudo
desempeñar, debido al egoísmo de su padre, y tampoco tuvo la oportunidad de enseñarle
a alguien cuanto había aprendido. Devavrata había vivido en el Cielo antes de bajar a la
Tierra, había estado en compañía de los dioses. Te hablaré de la grandeza de tu abuelo.
»Brihaspati fue su tutor en ciencias políticas; Ganga, la diosa favorita de los dioses, es
su querida madre. Ellos se preocuparon mucho en formar al hijo de Ganga en todo lo que
un rey debía saber. Sukra, el guru de los dioses y de los asuras, le enseñó las normas de
conducta. Bhargava fue su maestro en el uso del arco. Vasishtha le enseñó los Vedas y los
vedangas. En cuanto a su conocimiento sobre la renunciación, se lo debe a Markandeya.
Devavrata conoce el secreto que yace más allá del velo de la muerte. Será para ti una
gran fortuna poder escuchar al gran Bhishma hablar sobre todas estas cosas. Se pondrá
contento de poder hacerlo; nada alegra más a un maestro que un discípulo humilde y
deseoso de aprender. Ahora ve a ese gran hombre y pídele que te enseñe. Ve a donde