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En circunstancias así el comportamiento de los humanos se hace incierto e imprevisible,
y es entonces cuando la inteligencia viene a nuestro rescate. Te ayudará a decidir si debes
hacer la guerra con tu enemigo o bien hacer las paces con él. Todo depende del momento
y el lugar; a veces es necesario hacerse amigo de los enemigos. Debes hacerte amigo de
personas inteligentes que deseen tu propio bien. Si tu vida no puede ser salvada de otra
forma, entonces ciertamente tienes que hacer las paces con el enemigo. Si eres tan tonto
como para no considerar esto, entonces nunca tendrás éxito en el intento de conseguir
aquellas cosas por las que todos luchan tan arduamente. Un rey que hace una tregua
con el enemigo y lucha contra los que hasta entonces eran sus amigos después de haber
considerado la situación, viendo todos sus pros y sus contras, ciertamente tendrá éxito.
»Los amigos deben ser examinados profundamente antes de aceptarlos como tales,
mientras que los enemigos han de ser profundamente estudiados en lo concerniente a
su fortaleza y a sus debilidades. Los amigos aparecen como enemigos y los enemigos
asumen el disfraz de amigos, porque cuando se hacen pactos amistosos, no es posible
estar seguro si los sentimientos expresados por el otro son realmente amistosos o si es
tan sólo el egoísmo lo que le motiva a aceptar el pacto; las palabras “amigo” y “enemigo”
son, después de todo, términos relativos. Un hombre considera a otro como su amigo
mientras que está seguro de que sus intereses están a salvo y mientras está seguro de
que es beneficioso para él. Lo considerará como amigo si está seguro de que un cierto
estado de cosas que le resultan beneficiosas continuará por tanto tiempo como el otro
viva; sólo en esas condiciones se permite que la amistad continúe para toda la vida.
»El interés particular es el factor más importante en la vida de todos, el mundo entero
gira alrededor de este único factor y continuará haciéndolo. Nadie reconoce a otro como
alguien querido a menos que haya algún interés de por medio. Ninguna muestra de
afecto se hace evidente a menos que haya un motivo de interés particular. Algunas
personas se hacen populares debido a su mentalidad liberal, otras debido a que hablan
muy bien y otras debido a que son muy religiosas. Generalmente es la norma, más que
la excepción, el hecho de que un hombre es querido debido al propósito al que sirve y a
nada más. La amistad acaba tan pronto como acaba la razón para que ésta exista.
»Un hombre inteligente debe saber cuándo hacer la paz con un enemigo. Recuerda,
cuando dos personas que una vez fueron enemigos hacen un pacto, es obvio que cada
uno de ellos está tan sólo esperando el momento en el que pueda vencer al otro. El más
sabio de los dos será necesariamente quien tendrá éxito. La « política en este caso es que,
aunque tengas miedo del otro, debes aparentar que no temes nada; debes simular que
confías en él implícitamente, aunque todo el tiempo estés desconfiando de él. Cuando el
momento lo requiera debes hacer las paces con tu enemigo y en la primera oportunidad
que tengas le declararás la guerra. Este regla se ha de aplicar incluso para un amigo ».
Yudhisthira: