Page 731 - Mahabharata
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13. Enseñanza                                                                            711


               otras. Las ataduras mundanas se forman muy fácilmente, a cualquiera le resulta fácil
               cultivar la planta del apego, el cual no es más que otro sinónimo de la muerte.

                   »El sabio, sin embargo, somete sus sentidos elevándose así por encima de las garras
               del deseo y de la ira. De esta forma aprenderá a tratar de igual manera al placer
               y al sufrimiento. La tranquilidad es su tesoro y finalmente alcanza la inmortalidad.
               Sus palabras, sus pensamientos, su renunciación y su yoga descansan en lo eterno, el
               Brahmán, y de esta forma escapa de la muerte.

                   »El ojo del conocimiento es el ojo más agudo. La verdad es la más meritoria de
               las penitencias, mientras que el apego es el más terrible de todos los sufrimientos. La
               renunciación es la fuente de la mayor felicidad.

                   »Nosotros hemos nacido de Brahmán, a través de Brahmán. Entregándonos a Brah-
               mán podemos regresar a Brahmán: busca al ser que está oculto en la cueva ».
                   Yudhisthira:
                   —Descríbeme al hombre que es querido por todos, del que se dice que está perfecta-
               mente realizado y que está dotado de todos los méritos de los que habla el mundo.

                   Bhishma:
                   —Un hombre como el que tú describes debe poseer conocimientos, debe ser bueno
               y puro, su sangre jamás debe arder con el orgullo. El desánimo y la ira no podrán
               encontrarse en él. Sus sentidos jamás le desviarán y él siempre gozará de la paz que nace
               de la realización de la verdad suprema.

                   Yudhisthira:
                   —¿Qué hace a un hombre pecador y qué le hace virtuoso? ¿Qué le ayuda a alcanzar
               la renunciación? ¿Cómo alcanza la emancipación?.

                   Bhishma:
                   —El deseo es el responsable de que el hombre se convierta en un pecador, cuando él
               ve un objeto de los sentidos, el deseo lo persigue, y para poder conseguir lo que quiere, el
               hombre comienza a luchar por ello. Los objetos de los sentidos aparecen tan agradables
               para el hombre que éste hace todo cuanto puede para conseguirlos. Y una vez que se
               despierta el deseo, el apego le sigue. Inmediatamente le sigue la pasión, la ambición
               y la pérdida del juicio. La mente se confunde, se oscurece, y esa persona ya no puede
               seguir el camino de la virtud. A partir de entonces trata de simular una virtud que no
               posee, con lo que el hombre se convierte en un hipócrita. Adquirir riquezas por la vía de
               la hipocresía es cosa fácil para un hombre que ha comenzado su caída por el sendero
               del pecado, a pesar del consejo de los mayores y de los que desean su bien. Esa persona
               comienza a actuar de forma pecaminosa, con lo que ya no hay esperanza de salvación
               para un pecador tal como el hombre que te acabo de describir.
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