Page 203 - El judío internacional
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financieramente al tercer candidato, señor Roosefeld y el por que, dijo Warburg: "No deseo afirmar
tanto", es decir, que, probablemente, sería Mr. Kahn quien apostara sobre Roosefeld. Y esquivóse,
finalmente, con la frase de que no debía exponer los "intereses de negocio" de sus consocios, ni los
de su casa.
Fue el resultado de tan diversos intereses políticos, que siendo Wilson el vencedor, obtuvo
Warburg, como consocio de la firma Kuhn, Loeb y Cía. tan elevado cargo, que le facilitó una
decisiva influencia sobre la Hacienda de los Estados Unidos.
Cuando el examen ante dicha junta, es decir, el 1º de agosto de 1914, víspera de la guerra
mundial, era Warburg presidente del Banco Central de la Unión, y al propio tiempo, consocio de la
casa bancaria norteamericana Kuhn, Loeb y Cía. y de la casa de banca alemana M. M. Warburg y
Cía., de Hamburgo. No le hace que dijera que sus declaraciones: "estoy por liquidar mi casa de
Hamburgo, aunque la Ley no me obliga a ello".
Warburg pudo, entonces, ingresar como consocio en la más importante casa de banca
norteamericana, siendo extranjero, y simultáneamente pudo como extranjero, lograr el
reconocimiento legal de un sistema financiero suyo, conocido como Sistema de Reservas de la
Unión. El pueblo yanqui, en su mayoría, cree habérselas, naturalmente, con una institución del
Estado. Pero se engaña, pues aunque la ley que lo implanta constituye un acto oficial, el sistema en
sí es de índole netamente particular, fundado bajo auspicios y prerrogativas extraordinarias. Ha
sido sostenido este error por todos los que escribieron acerca del asunto.
Es el sistema de Reservas de la Unión, uno de Bancos particulares, vale decir la fundación de una
aristocracia bancaria dentro de una autocracia ya existente. Se perdió con ello gran parte de la
independencia de los otros Bancos, y además se les hizo factible a determinados especuladores
financieros, obtener grandes sumas para fines particulares y sin que interesara el bien común.
Sí mostró este sistema cierta utilidad en medio de las excepcionales condiciones de la guerra,
artificiosamente creadas, es decir, de utilidad para un gobierno que no supo administrar por sí
mismo sus asuntos y sus finanzas, y que durante toda esa época no salió jamás de apuros, se
mostró, en cambio, inservible completamente para las necesidades en tiempo de paz, a causa de
los errores iniciales o de su inhábil aplicación.
Llegó el "plan Warburg" a realizarse precisamente a tiempo todavía para servir a las necesidades de
la guerra, y en tanto que el autor y promotor del mismo supo perfectamente, en su tiempo,
defender los intereses banca ios, se muestra hoy asombrosamente taciturno al tratar de defender r
los intereses del pueblo.
Deseo Warburg, desde un principio un solo Banco Central, y éste, naturalmente, establecido en
Nueva York. Debió ceder en lo referente a admitir la fundación de doce sucursales del distrito; y se
conformó, finalmente, con la promesa de que podría subsanarse tal falta por "decreto", es decir,
fuera de la Ley. Y, efectivamente, lo logró en la práctica. En Nueva York no existe carestía de
dinero. Empresas cinematográficas se apoyaron con sus millones. Pudo ser fundado un centro de
venta de cereales bajo la jefatura de Bernard M. Baruch, y con un capital inicial de 100.000.000 de
dólares. Loew, el as teatral hebreo, pudo, en un solo año, construir veinte teatros nuevos.
Por el contrario, en los distritos rurales del país, allí donde se acumula la verdadera riqueza de la
nación, en su vida cultural y en sus graneros; nadie encontró dinero, y para nadie hubo crédito.
Nadie pudo negar esta situación efectiva, pero las causas verdaderas son sólo conocidas por muy
pocos, porque no siguen los caminos rectos. Se descubren fácilmente las razones, en tanto que las
artificialmente creadas se encubren con un misterioso velo. ¿Cómo es posible? Aquí tenemos a los
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