Page 208 - El judío internacional
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enterarse de lo que desea. Para los hebreos internacionales, los demás pueblos son una especie de
clientes. Que pierda o gane un ejército u otro, no les conmueve: ellos ganan, pierda quien pierda.
Para ellos la guerra no termino. Las hostilidades en si y los horrorosos sufrimientos de los pueblos,
no constituyera para ellos más que el preludio. Se acapararon todas las riquezas de los pueblos, en
dinero constante y sonante, dejándose en circulación únicamente una pequeña parte para
gratificaciones de guerra y dividendos; por carestías artificiales o por instigación al lujo.
Desapareció entonces también la última moneda de oro.
Diríase una broma de mal gusto aquella afirmación ampliamente divulgada que expresa: "Los
Estados Unidos poseen mas oro que ningún otro país del mundo". ¿Donde esta? ¿Desde cuando,
hermano yanqui, no has vuelto a ver una moneda de oro? ¿Acaso en los sótanos del palacio de
gobierno? No, porque el gobierno mismo esta por demás endeudado, intenta desesperadamente
hacer economías, no puede ya ni pagar las pensiones a los combatientes, porque la Hacienda del
país no lo aguanta. En el recinto norteamericano se hallara en efecto todo ese oro, pero resulta que
no pertenece a la Unión.
Al labriego norteamericano y al industrial, que no supieron defenderse de las asechanzas de los
banqueros internacionales, y que perdieron hasta la respiración ante el crédito moribundo, les
extraña donde puede haber quedado todo ese dinero. Europa carece de todo y nos lanza
angustiosas miradas. El siguiente telegrama publicado por cierto periódico londinense viene a
aclarar un tanto estas tinieblas: "Hoy nos enteramos que salio otro cargamento de oro por valor de
2.800.000 dólares con destino a la casa Kuhn, Loeb y Cia., que junto con las remesas anteriores
suman un total de 129 millones de dólares. En los círculos bancarios londinenses se cree que parte
del oro alemán, introducido por la citada casa, proviene realmente de Rusia, y no de Alemania,
según se suponía".
Se explica fácilmente el sistema bancario internacional judío. En Norteamérica, en primer lugar,
esta el Gran Cuartel General. Este se hallaba en Alemania con sectores en Rusia, Francia, Gran
Bretaña y en la América del Sur, donde trabaja el heb aísmo sudamericano de una manera en r
extremo sospechosa. Alemania y Rusia fueron propuestas por los banqueros internacionales al
castigo, porque precavían abiertamente de los judíos. Ya tienen su castigo. Este negoción resulto
redondo.
En cada país, tanto los Estados Unidos como en Méjico y los diversos Estados sudamericanos, en
Francia, Inglaterra, Alemania, en España, Italia, Austria, y hasta en el Japón, existe una casa
bancaria hebrea que gira a la cabeza del grupo bancario del respectivo país.
Fue Warburg el inventor, reformador y director del sistema federal bancario de los Estados Unidos.
No es que haya sido él el único hebreo metido en el asunto; pero si el mas destacado. Dicho
sistema acaso no este mal, a pesar del hecho de que transfiere a empresas financieras particulares
las funciones monetarias y de cambio, que incumben por derecho al Estado. Atravesó el pueblo con
su ayuda, mal que bien, la guerra; pero solo muy mal puede atravesar la paz, y según afirman
personas interiorizadas en estos asuntos, precisamente por los obstáculos que dicho sistema
ofrece.
Por grande que sea la acumulación de oro en Norteamérica, sus riquezas en producción de valor
intrínseco son todavía mucho mayores, sobrepujando en mucho al valor nominal de todo el oro
mundial reunido. Solamente el valor de una sola cosecha agrícola sobrepasa a aquel.
Mas, bajo el sistema vigente, la abundancia de los productos nacionales debe por fuerza atravesar
la estrecha presa del crédito bancario, presa que a su vez depende de la oleada de oro. Quien
posea, entonces, el oro dominara con el al mundo. El que se coloque junto a la presa, manejara la
distribución de todas las necesidades vitales, y de ellas dependerá el bienestar de la Humanidad. En
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