Page 53 - La Cocina del Diablo
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se alteran. Se ven aparecer racimos de huevos ‘císticos’ en las pollas, y en los mamíferos, úteros delgados
         como papel, con pequeños nacidos muertos. El ave pierde el instinto de incubar”.
                "En  el  hombre  también,  estas  hormonas  dan  lugar  a  modificaciones  del  aparato  genital  en  ambos
         sexos, y alteraciones de la sangre. Se detiene la ovulación. Y el resultado final, ¡extremadamente feliz bajo
         nuestro punto de vista ... es el cáncer!".
         -      ¡Cómo! ¿Se continúa, a pesar de ello usando estos procedimientos? Se indignó Sten.
                Azo rió con suficiencia:
         -      Los amigos que tengo en aquello que llamamos Ciencia, y en las cámaras de expertos agrícolas, han
         declarado  que  estos  procedimientos  son  inofensivos  y  los  han  recomendado  vivamente.  En  los  Estados
         Unidos,  la  mitad  de  las  bestias  que  se  benefician  y  treinta  millones  de  vacas  lecheras  están  dopadas
         anualmente  con  dietilbestrol.  Los  grandes  mercados  señalan  que  se  solicita  cada  vez  más  estas  bestias
         "hormonizadas", para los camales. Se registran ganancias fabulosas.
         -      Esta empresa es pues sobre bases sólidas. ¡Bien Azo! dijo el Diablo, satisfecho.
                Azo continuó:
         -      Es entonces cuando la carne llega a mi cocina particular. Nosotros trabajamos con el ácido bórico, el
         ácido  salícico,  con  yoduro  de  potasio,  con  sulfuros,  con  éter,  con  soluciones  bituminosas,  con  aceite  de
         parafina, con glicerina y el anhídrido sulfúrico. Entre estas substancias, las unas irritan las mucosas, las otras
         son venenos para la sangre, otras aún factores del cáncer.
                "Un  método  muy  reciente  consiste  en  inyectar  ácido  salícico  al  animal  aún  con  vida,  para  que  la
         circulación de la sangre disperse este veneno en todas las partes del cuerpo. Gracias a esto la carne parece
         aun fresca, quince días después del beneficio".
         -      ¡Encuentro esta idea excelente! dijo Bob.
                Sten ofendido, le hizo frente:
         -      ¿Tú no piensas entonces en las horribles torturas que resultan para el animal?
         -      ¿Quien sabe si aquello le hace daño?
                El Diablo rió.
         -      ¡Justamente!  ¿Quién  lo  sabe?  Y  en  caso  que  así  fuera:  aquello  no  nos  concierne,  porque  nosotros
         somos los diablos, ¡y aquello no alcanza aún más a las gentes de los camales . . . pues ellos son hombres!
         -      Enseguida, tenemos muchos productos para teñir carne de rojo, lo que hace parecerla fresca, pero no
         sirve de nada a su conservación. Una carne descompuesta se vuelve no solamente vendible, ¡sino soberbia!
         Ella  gusta  a  los  gastrónomos.  Nosotros  recomendamos  para  este  efecto  el  fosfato  bisódico,  el  acetato  de
         sodio,  el  acetato  de  aluminio,  sales  hipofosfóricas,  fosfato  monosódico,  sulfito  de  sodio  y  finalmente
         componentes fosforizados conteniendo arsénico, sin olvidar el excelente salitre (nitrato de potasio), así como
         nuestros queridos nitritos y nitratos de sodio.
         -      A propósito de salitre, me parece, Sr. Azo, que Ud. últimamente ha sido víctima de un enfrentamiento
         público muy penoso preguntó Sten.
                El demonio de las conservas levantó las cejas con aire sorprendido:
         -      ¿Dice Ud.? lanzó en alta voz.
         -      Yo digo que una parte de vuestro "equipo" se dejó desenmascarar, en Stuttgart y Duisbourg.
         -      ¿Es verdad? gritó el Diablo.
         -      ¡Las  columnas  de  los  diarios  estaban  repletas!  afirmó  Sten.  La  opinión  pública  fue  sacudida
         fuertemente.
                El Patrón hizo una mueca de contrariedad.
         -      ¡Siempre la misma cosa! Por tanto Ud. conoce la consigna: ¡disimule Azo!, ¡disimule!
                Azo intentó justificarse:
         -      ¡Aquello  no  fue  realmente  grave,  Patrón!  En  Duisbourg  y  en  Stuttgart,  hubo  algunos  enfermos  y
         algunos muertos, a causa de la carne y salchichas que habían sido sazonadas con nitrito de sodio. He ahí un
         excelente y pequeño veneno, tolerado por la ley. ¡Es empleado por todos los carniceros y aquellos fabricantes
         de salchichas del mundo! Yo había dado instrucciones precisas en cuanto al dosaje. ¡Yo no puedo controlarlo
         todo! Dos gramos causan intoxicaciones graves, y cuarenta gramos, la muerte. Pero los efectos en pequeñas

         La Cocina del Diablo – Gunther Schwab                                                                52
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