Page 199 - Libro Orgullo y Prejuicio
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CAPÍTULO XLII
      He  estado  pensándolo  otra  vez,  Elizabeth  —le  dijo  su  tío  cuando  salían  de  la
      ciudad—, y finalmente, después de serias consideraciones, me siento inclinado a
      adoptar  el  parecer  de  tu  hermana  mayor.  Me  parece  poco  probable  que
      Wickham quiera hacer daño a una muchacha que no carece de protección ni de
      amigos y que estaba viviendo con la familia Forster. No iba a suponer que los
      amigos de la chica se quedarían con los brazos cruzados, ni que él volvería a ser
      admitido en el regimiento tras tamaña ofensa a su coronel. La tentación no es
      proporcional al riesgo.
        —¿Lo crees así de veras? —preguntó Elizabeth animándose por un momento.
        —Yo también empiezo a ser de la opinión de tu tío —dijo la señora Gardiner
      —. Es una violación demasiado grande de la decencia, del honor y del propio
      interés, para haber obrado tan a la ligera. No puedo admitir que Wickham sea tan
      insensato.  Y  tú  misma,  Elizabeth,  ¿le  tienes  en  tan  mal  concepto  para  creerle
      capaz de una locura semejante?
        —No lo creo capaz de olvidar su propia conveniencia, pero sí de olvidar todo
      lo que no se refiera a ello. ¡Ojalá fuese como vosotros decís! Yo no me atrevo a
      esperarlo. Y si no, ¿por qué no han ido a Escocia?
        —En primer lugar —contestó el señor Gardiner—, no hay pruebas de que no
      hayan ido.
        —¿Qué mejor prueba que el haber dejado la silla de postas y haber tomado
      un coche de alquiler? Además, no pasaron por el camino de Barnet.
        —Bueno, supongamos que están en Londres. Pueden no haberlo hecho más
      que con el propósito de ocultarse. No es probable que ninguno de los dos ande
      sobrado de dinero, y habrán creído que les saldría más barato casarse en Londres
      que en Escocia, aunque les sea más difícil.
        —¿Pero a qué ese secreto? ¿Por qué tienen que casarse a escondidas? Sabes
      por Jane que el más íntimo amigo de Wickham asegura que nunca pensó casarse
      con Lydia. Wickham no se casará jamás con una mujer que no tenga dinero,
      porque él no puede afrontar lo gastos de un matrimonio. ¿Y qué merecimientos
      tiene  Lydia,  qué  atractivos,  aparte  de  su  salud,  de  su  juventud  y  de  su  buen
      humor, para que Wickham renuncie por ella a la posibilidad de hacer un buen
      casamiento? No puedo apreciar con exactitud hasta qué punto le ha de perjudicar
      en el Cuerpo una fuga deshonrosa, pues ignoro las medidas que se toman en estos
      casos, pero en cuanto a tus restantes objeciones, me parece difícil que puedan
      sostenerse. Lydia no tiene hermanos que tomen cartas en el asunto; y dado el
      carácter de mi padre, su indolencia y la poca atención que siempre ha prestado a
      su familia, Wickham ha podido creer que no se lo tomaría muy a la tremenda.
        —Pero ¿cómo supones que Lydia sea tan inconsiderada para todo lo que no
      sea amarle, que consienta en vivir con él de otra manera que siendo su mujer
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