Page 228 - Libro Orgullo y Prejuicio
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propósito que tu tío para tratar del asunto, y entonces aplazó su visita hasta
        que  tu  padre  se  hubo  ido.  No  dejó  su  nombre,  y  al  otro  día  supimos
        únicamente que había venido un caballero por una cuestión de negocios.
          El sábado volvió. Tu padre se había marchado y tu tío estaba en casa.
        Como he dicho antes, hablaron largo rato los dos.
          El domingo volvieron a reunirse y entonces le vi yo también. Hasta el
        lunes no estuvo todo decidido, y entonces fue cuando se mandó al propio a
        Longbourn.  Pero  nuestro  visitante  se  mostró  muy  obstinado;  te  aseguro,
        Elizabeth, que la obstinación es el verdadero defecto de su carácter. Le han
        acusado  de  muchas  faltas  en  varias  ocasiones,  pero  ésa  es  la  única
        verdadera. Todo lo quiso hacer él por su cuenta, a pesar de que tu tío —y
        no lo digo para que me lo agradezcas, así que te ruego no hables de ello—
        lo habría arreglado todo al instante.
          Discutieron los dos mucho tiempo, mucho más de lo que merecían el
        caballero y la señorita en cuestión. Pero al cabo tu tío se vio obligado a
        ceder,  y  en  lugar  de  permitirle  que  fuese  útil  a  su  sobrina,  le  redujo  a
        aparentarlo únicamente, por más disgusto que esto le causara a tu tío. Así
        es que me figuro que tu carta de esta mañana le ha proporcionado un gran
        placer al darle la oportunidad de confesar la verdad y quitarse los méritos
        que  se  deben  a  otro.  Pero  te  suplico  que  no  lo  divulgues  y  que,  como
        máximo, no se lo digas más que a Jane.
          Me imagino que sabrás lo que se ha hecho por esos jóvenes. Se han
        pagado las deudas de Wickham, que ascienden, según creo, a muchísimo
        más de mil libras; se han fijado otras mil para aumentar la dote de Lydia, y
        se  le  ha  conseguido  a  él  un  empleo.  Según  Darcy,  las  razones  por  las
        cuales ha hecho todo esto son unicamente las que te he dicho antes: por su
        reserva no se supo quién era Wickham y se le recibió y consideró de modo
        que no merecía. Puede que haya algo de verdad en esto, aunque yo no
        dudo que ni la reserva de Darcy ni la de nadie tenga nada que ver en el
        asunto. Pero a pesar de sus bonitas palabras, mi querida Elizabeth, puedes
        estar segura de que tu tío jamás habría cedido a no haberle creído movido
        por otro interés.
          Cuando todo estuvo resuelto, el señor Darcy regresó junto a sus amigos
        que seguían en Pemberley, pero prometió volver a Londres para la boda y
        para liquidar las gestiones monetarias.
          Creo que ya te lo he contado todo. Si es cierto lo que dices, este relato
        te habrá de sorprender muchísimo, pero me figuro que no te disgustará.
        Lydia vino a casa y Wickham tuvo constante acceso a ella. Él era el mismo
        que conocí en Hertfordshire, pero no te diría lo mucho que me desagradó
        la conducta de Lydia durante su permanencia en nuestra casa, si no fuera
        porque la carta de Jane del miércoles me dio a entender que al llegar a
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