Page 232 - Libro Orgullo y Prejuicio
P. 232
CAPÍTULO LIII
Wickham quedó tan escarmentado con aquella conversación que nunca volvió a
exponerse, ni a provocar a su querida hermana Elizabeth a reanudarla. Y ella se
alegró de haber dicho lo suficiente para que no mencionase el tema más.
Llegó el día de la partida del joven matrimonio, y la señora Bennet se vio
forzada a una separación que al parecer iba a durar un año, por lo menos, ya que
de ningún modo entraba en los cálculos del señor Bennet el que fuesen todos a
Newcastle.
—¡Oh, señor! ¡No lo sé! ¡Acaso tardaremos dos o tres años!
—Escríbeme muy a menudo, querida.
—Tan a menudo como pueda. Pero ya sabes que las mujeres casadas no
disponemos de mucho tiempo para escribir. Mis hermanas sí podrán escribirme;
no tendrán otra cosa que hacer.
El adiós de Wickham fue mucho más cariñoso que el de su mujer. Sonrió,
estuvo muy agradable y dijo cosas encantadoras.
—Es un joven muy fino —dijo el señor Bennet en cuanto se habían ido—; no
he visto nunca otro igual. Es una máquina de sonrisas y nos hace la pelota a todos.
Estoy orgullosísimo de él. Desafío al mismo sir William Lucas a que consiga un
yerno más valioso.
La pérdida de su hija sumió en la tristeza a la señora Bennet por varios días.
—Muchas veces pienso —decía— que no hay nada peor que separarse de las
personas queridas. ¡Se queda una tan desamparada sin ellas!
—Pues ya ves, ésa es una consecuencia de casar a las hijas —observó
Elizabeth—. Te hará más feliz que las otras cuatro sigamos solteras.
—No es eso. Lydia no me abandona porque se haya casado, sino porque el
regimiento de su marido está lejos. Si hubiera estado más cerca, no se habría
marchado tan pronto.
Pero el desaliento que este suceso le causó se alivió en seguida y su mente
empezó a funcionar de nuevo con gran agitación ante la serie de noticias que
circulaban por aquel entonces. El ama de llaves de Netherfield había recibido
órdenes de preparar la llegada de su amo que iba a tener lugar dentro de dos o
tres días, para dedicarse a la caza durante unas semanas. La señora Bennet
estaba nerviosísima. Miraba a Jane y sonreía y sacudía la cabeza
alternativamente.
—Bueno, bueno, ¿conque viene el señor Bingley, hermana? —pues fue la
señora Philips la primera en darle la noticia—. Pues mejor. Aunque no me
importa. Tú sabes que nada tenemos que ver con él y que no quiero volver a
verlo. Si quiere venir a Netherfield, que venga. ¿Y quién sabe lo que puede pasar?
Pero no nos importa. Ya sabes que hace tiempo acordamos no volver a decir
palabra de esto. ¿Es cierto que viene?