Page 248 - Libro Orgullo y Prejuicio
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los señores Collins?
—Muy bien; les vi anteayer por la noche. Elizabeth esperaba que ahora le
daría alguna carta de Charlotte, pues éste parecía el único motivo probable de su
visita; pero lady Catherine no sacó ninguna carta, y Elizabeth siguió con su
perplejidad.
La señora Bennet suplicó finísimamente a Su Señoría que tomase algo, pero
lady Catherine rehusó el obsequio con gran firmeza y sin excesiva educación.
Luego levantándose, le dijo a Elizabeth:
—Señorita Bennet, me parece que ahí, a un lado de la pradera, hay un sitio
precioso y retirado. Me gustaría dar una vuelta por él si me hiciese el honor de
acompañarme.
—Anda, querida —exclamó la madre—, enséñale a Su Señoría todos los
paseos. Creo que la ermita le va a gustar.
Elizabeth obedeció, corrió a su cuarto a buscar su sombrilla y esperó abajo a
su noble visitante. Al pasar por el vestíbulo, lady Catherine abrió las puertas del
comedor y del salón y después de una corta inspección declaró que eran piezas
decentes, después de lo cual siguió andando.
El carruaje seguía en la puerta y Elizabeth vio que la doncella de Su Señoría
estaba en él. Caminaron en silencio por el sendero de gravilla que conducía a los
corrales. Elizabeth estaba decidida a no dar conversación a aquella señora que
parecía más insolente y desagradable aún que de costumbre.
¿Cómo pude decir alguna vez que se parecía a su sobrino?, se dijo al mirarla a
la cara.
Cuando entraron en un breñal, lady Catherine le dijo lo siguiente:
—Seguramente sabrá usted, señorita Bennet, la razón de mi viaje hasta aquí.
Su propio corazón y su conciencia tienen que decirle el motivo de mi visita.
Elizabeth la contempló con el natural asombro:
—Está usted equivocada, señora. De ningún modo puedo explicarme el honor
de su presencia.
—Señorita Bennet —repuso Su Señoría con tono enfadado—, debe usted
saber que no me gustan las bromas; por muy poco sincera que usted quiera ser,
yo no soy así. Mi carácter ha sido siempre celebrado por su lealtad y franqueza
y en un asunto de tanta importancia como el que aquí me trae me apartaré
mucho menos de mi modo de ser. Ha llegado a mis oídos que no sólo su hermana
está a punto de casarse muy ventajosamente, sino que usted, señorita Bennet, es
posible que se una después con mi sobrino Darcy. Aun sabiendo que esto es una
espantosa falsedad y aunque no quiero injuriar a mi sobrino, admitiendo que
haya algún asomo de verdad en ello, decidí en el acto venir a comunicarle a
usted mis sentimientos.
—Si creyó usted de veras que eso era imposible —replicó Elizabeth roja de
asombro y de desdén—, me admira que se haya molestado en venir tan lejos.